Cuando se terminó Battlestar Galáctica creí que se había terminado la única serie que era capaz de fascinarme y horrorizarme a partes iguales y que no tendría substituta.
Bueno, felizmente me equivoqué. BSG tiene una dignísima sucesora en Spartacus.
Se trata de una nueva vuelta de tuerca sobre la historia del famoso gladiador tracio y cuenta con un buen reparto. El desconocido Andy Whitfield está muy bien secundado por actores conocidos como Lucy Lawless (Xena) o John Hannah (La momia y secuelas) y otros actores de menor renombre.
Y la verdad es que hace honor a su título: mucha arena (en el sentido de combates de gladiadores) y mucha, muchísima sangre. Y no sólo porque la exageren (es clara tributaria de la estética de 300), sino porque la serie es realmente cruda en este aspecto.
Al igual que BSG, no se andan con demasiados miramientos a la hora de presentar lo puta que puede llegar a ser la vida y en más de un capítulo me he quedado francamente asqueado por el comportamiento de alguno de los personajes, por su maldad, su hipocresía y sus pocos escrúpulos.
Ni siquiera el protagonista se salva: es un cabrón vanidoso que se cree mejor que los demás y que por ello no muestra casi ningún interés por quienes les rodean, y cuando lo hace es más por honrar a sus principios que por genuino interés.
Además de regodearse en la ruindad del ser humano y en la violencia, Spartacus tampoco se anda con finuras a la hora de mostrar el sexo: en Roma había mucho sexo y en la serie no lo esconden y ni siquiera se molestan en insinuar nada. La colección de frontales masculinos y femeninos deja en ridículo al Playboy Channel, mojigato en comparación.
En resumen, una serie para seguir con atención y con el estómago vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario