23.2.09

Lugares a Descubrir: Portugal de Norte a Sur (I)

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Ecopista Monçao-Valença
Lapela, Monçao
Valença do Minho y Tui
Santa Tegra desde Caminha
Viana do Castelo desde Sta- Luzía
Aveiro
Cova Gala, Figueira da Foz
Praia de Mira
Caramiñas en Mira o Cantanhede
Batalha
Óbidos
Hacía mucho que me apetecía escribir sobre esta ruta que hice el verano pasado en coche, con calma, paciencia y el GPS a medio configurar. Aviso de que la ruta es enorme y es imprescindible leer el mapa de Google que enlazo al final porque si me pongo a describir la ruta con el detalle habitual esto va a parecer un tomo de enciclopedia. Y es que esta primera parte nos va a llevar desde Melgaço a Peniche, a lo largo de casi 500 kilómetros de viaje. Si alguien se pregunta si no será mucho para un solo día, debo decir que la ruta real fue de A Coruña a Peniche... en un sólo día. Eso sí, de verano, y sin parar en todos los sitios porque algunos ya los conocía.

Melgaço es una de las cuatro villas importantes que se yerguen a orillas del Miño desde el lado portugués. Lo interesante de esta villa, además del Parque A Peneda-Gêres, del que hablaré algún día es lo que queda de su castillo, una de tantas fortificaciones defensivas que el Reino de Portugal construyó para defenderse de sus vecinos del norte, ora León, ora Castilla, ora Galicia, ora España. Lo más llamativo es la torre del homenaje.

De Melgaço a Monçao, nuestra segunda parada, es interesante fijarse en el Miño, verdadero agente vertebrador de estas tierras, y donde veremos restos de las pesqueiras que desde tiempos ancestrales se utilizan para la pesca de la lamprea (por cierto, que ahora estamos en la época) y aquí y allí, veremos también viñedos donde se cultiva la afamada uva alvarinha, si bien en el otro lado del río le sacan más provecho... y es que aún siendo la misma uva, el albariño tiene ventaja sobre su análogo luso. Hay un balneario

Monçao es la capital del alvarinho, y sus principales activos son sus murallas, las vistas sobre el río, el balneario y ya fuera de la villa, la ecopista que sigue el trazado de la vieja vía del tren y que lleva hasta Valença y que es estupenda para pasear a pie o en bici. Esta ecopista es paralela a la carretera que une ambas villas y en la cercanías de ambas podremos ver elementos de interés como viejas pesqueiras, la torre de Lapela, remanente de un viejo castillo, la puerta de la Quinta do Crasto, ya en territorio de Valença o el monasterio benedictino de Ganfei, a las puertas de la villa valenciana.

Por esta zona, en Verdoejo y accediendo a desde Gondomil o bien desde la misma Valença hay una minirruta con varios miradores: Mosteiro de Sanfins, Capela de Santo Ovideo y Monte Faro que nos dan en conjunto una viste estupenda del valle del Miño desde Salvaterra hasta su desembocadura.

La gran fama de Valença es su muralla, extraordinariamente bien conservada y con maravillosas vistas de Tui, con su catedral-fortaleza y del río, que es cruzado por el puente construido por un arquitecto conocido por todos: Gustave Eiffel (sí, el de la torre parisina)

Nuestro camino seguirá paralelo al río, pasando São Pedro da Torre y en dirección a Vila-Nova de Cerveira, cuya muralla está en malas condiciones y poco respetada (hay un comedor de un restaurante coronándolas... una pérgola cristalina que no pega ni con cola). Tenemos un puente internacional por aquí que nos puede servir para repostar en España (la gasolina en Portugal es muchísimo más cara... y si hay que repostar, el lugar más barato con diferencia son las gasolineras de los Intermarché)

Más adelante la coqueta Caminha, cuyas vistas al estuario del Miño, su desembocadura, y al otro lado el Monte Santa Tegra, en A Guarda (Pontevedra). En la misma desembocadura hay un parque de pinos precioso y en una isla en medio del río una pequeña fortificación. Para cruzar a España hay un pequeño ferry, el Santa Rita de Cassia

La carretera va a seguir ahora la línea de la costa en dirección sur, pasando por una villa turística como Vila Praia de Áncora y llevándonos a Viana do Castelo, capital de la región y cuyo mirador de Santa Luzía considero parada obligada, ya que nos da unas vistas estupendas de la desembocadura del Lima, el río sobre el que aprendió a navegar un tal Fernando de Magallanes, oriundo de la cercana Ponte de Lima. Este río nace en España, y allí tiene el nombre de Limia (es quien da apellido a la localidad ourensana de Xinzo da Limia)

A partir de aquí vamos a coger la autovía hasta Vila do Conde, para ver el acueducto de Coelheiro, del siglo XVIII y medianamente conservado (se podían esforzar más en su conservación, la verdad), y que llevaba agua desde el lugar homónimo hasta la villa.

Desde aquí hasta nuestra siguiente parada habrá un buen tramo, ya que debemos pasar Porto por el Ponte da Arrábida que tiene buenas vistas (para el copiloto) tanto de la desembocadura del Duero, como del interior de Porto. Aunque normalmente no voy a indicar carreteras, aquí voy a hacer una excepción: deberemos coger la A-29 en dirección Espinho si queremos evitarnos peajes. Yo no me pararía en Espinho, ya que salvo un castro a recuperar, no hay mucho que ver... así que seguiría por la autovía hasta su finalización, cerca de Estarreja y después cruzaría por esta localidad en dirección a Aveiro

Aveiro es quizás la localidad más sobrevalorada que conozco. Realmente su casco antiguo es muy pequeño y carece casi de interés, sin edificios singulares de mención y además las barcas que le dan fama son un puñado y están aparcadas en un canal de lo más anodino. Es mucho mejor coger las carreteras de la costa y acercarse a lugares como Gafanha de Areão (y más que nada porque los gallegos no tenemos costumbre de ver playas así) o ver la ría de Aveiro desde Murtosa o Torreira, aunque eso nos desvía mucho de la ruta.

Si seguimos hacia el sur por estas carreteritas, a veces en un estado francamente malo, llegaremos hasta la Praia de Mira, que es el lugar de veraneo de la gente que procede de lugares más interiores, como Coimbra, Viseu o las españolas Ciudad Rodrigo y Salamanca, ya que desde allí hasta Aveiro es casi todo autovía.

Una cosa me llamó la atención de los bosques que están entre la civilización y el litoral, y es que hay gran cantidad de caramiñas, una planta que ya habíamos visto en el Areal de Trece y que está casi extinta en Galicia. Es también curioso ver kilómetros y kilómetros de pinares en plano, como en las Landas francesas, naciendo sobre dunas... dunas hacia el interior. Esa es la razón de que haya tan poca presencia humana por esta zona: habría que hacerlo sobre arena.

El camino sigue hasta Figueira da Foz, otra población bastante sosa que se encuentra en la desembocadura (foz) del Mondego, el río que pasa por Coimbra y que atraviesa todo Portugal desde la Serra da Estrela. Más kilómetros de playa del estilo que ya hemos visto en Mira, pero más urbanizado y menos interesante. Se dice que hay una playa nudista por aquí, pero fui incapaz de encontrarla. Lo más interesante puede ser el Forte de Santa Catarina, pero las fotos que he visto no me enamoraron hasta el punto de querer parar.

De aquí a nuestra siguiente parada hay otro trecho largo, pero es que el Castelo de Leiría, en la ciudad del mismo nombre, merece la pena. Situado en una colina que domina la ciudad, su construcción es realmente impresionante. Merece la pena acercarse porque es de lo mejor que he visto en Portugal.

Un poco más al sur de Leiría encontramos una de esas paradas imprescindibles (y con la que di de casualidad, ya que quería ir por la costa, hacia Nazaré y me lié con los accesos): Batalha. Este monasterio vendría siendo el equivalente luso a nuestro Monasterio de El Escorial. Una arquitectura fascinante y una historia muy interesante que ayuda a explicar por qué Portugal siempre ha tenido problemas presupuestarios: esta obra fagocitó el presupuesto nacional durante los dos siglos que se invirtieron en su construcción. Y todo ello para celebrar la batalla que en la vecina Aljubarrota lograron contra las tropas castellanas.

No demasiado lejos se encuentra otro monasterio singular, Alcobaça, Patrimonio de la Humanidad, construido en el siglo XII, poco después de la reconquista de estas tierras por parte de los primeros reyes portugueses. También hay un castillo por aquí, pero no lo he visitado y al parecer está en muy mal estado. Tan poco interés le pusieron que en el siglo XIX el municipio vendió las piedras de la muralla a particulares para edificar casas. Aquí hay un Intermarché con gasolinera, por cierto.

Seguimos hacia el sur y rodeamos Caldas da Rainha, para acercarnos a nuestra penúltima parada: la villa de Óbidos, construida en su mayor parte dentro de un castillo medieval. Grandes vistas, una zona urbana realmente bonita y unas murallas perfectamente conservadas. Óbidos es posiblemente el pueblo más bonito de cuantos conozco en Portugal. Es un lugar que hay que visitar con calma, tanto lo que es el pueblo, como algunos santuarios cercanos. En este post de otro blog teneis abundante información.

Y de aquí partimos al final de esta primera y maratoniana etapa: Peniche, cuyos espectares acantilados, casi barrocos, son lo más salientable, así como la vista a las Ilhas Berlengas, de gran predicamente durante los meses estivales, ya que las playas cercanas no son gran cosa y las de allí tienen un poco de encanto. También hay un fuerte que protegía la costa y que es lo más interesante de las islas. También hay en Peniche un pequeño fuerte, pero por lo que vi desde la calle tampoco es como para tirar cohetes.

La noche la pasé en un cámping llamado "Peniche praia" que me dejó una impresión bastante pobre: no había playa, si no acantilados. El personal borde y desagradable y trataron de engañarnos: pretendían mandarnos a un área polvorienta y sin servicios en lugar de a una parcela con electricidad que era lo que habíamos demandando (para descargar las fotos en el portátil y poder ver una peli, que nos lo merecíamos). La parcela era sólo 60 cents más cara que el descampado. Por último, las duchas no debieron recibir nunca la visita de un inspector de sanidad. O eso, o al tío lo untaron bien, porque si no, no lo entiendo.

Y esta es la ruta de hoy. Nos han quedado atrás lugares como Coimbra y las ruinas de Conímbriga, pero quedaban un poco demasiado al interior y nos dejaban retrasaban bastante. Coimbra en sí es interesante, aunque en mi opinión no tanto como dicen. Lo más llamativo, la Cidade dos Pequeninos (parque donde hay miniaturas de monumentos de todo Portugal y que cierra en enero) y la Igreja de Santa Clara, hundiéndose en los sedimentos del Mondego. También es interesante la vista desde la Universidad.

En cuanto a Conímbriga, pues son unas ruinas de origen romano de lo que fue una ciudad, abandonada hace ya bastantes siglos. No he ido, pero las fotos que he visto pintan muy bien.

El mapa
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