27.5.10

La Côte d'Emeraude (Bretaña, Francia)

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Acceso a Mont Saint Michel (Normandía, Francia)
Acceso a Mont Saint Michel


Le Mont-Sant-Michel, Manche (Normandía, Francia)
Le Mont-Sant-Michel


Fort National en Saint-Malo, Île et Villaine (Bretaña, Francia)
Fort National en Saint-Malo


Dinard/Dinarzh, Ille et Vilaine (Bretaña, Francia)
Dinard/Dinarzh y La Rance


Fort La Latte, Cap Fréhel (Bretagne, Francia)
Fort La Latte, Cap Fréhel


La Côte d'Emeraude o Costa Esmeralda es una pequeña faja costera situada entre el Cap Fréhel y el límite entre Bretaña y Normandía, en Francia.

Es una tierra de dilatada historia a la que tuve la ocasión de hacer una pequeña escapada. Hoy vamos a ver una pequeña ruta que nos va a permitir conocer algunas de sus localidades más señeras. No es un recorrido tan exhaustivo como me gustaría y estoy muy seguro de olvidar muchas cosas importantes, pero tal vez ayude un poco a quienes tengan pensado visitar esas tierras.

Nuestro viaje comienza en el mítico
Mont Saint-Michel, en lo que fue la frontera histórica entre Bretaña y Normandía, aunque hoy la frontera se haya movido unos cuantos kilómetros al oeste, posiblemente para evitar los caprichos del río Couesnon, que desemboca a los pies del monte. Ya lo dice el refrán "Le Couesnon dans sa folie mit le Mont en Normandie" (El Couesnon con su tontería puso el Monte en Normandía), y que alude al hecho de que originalmente la abadía estaba en el lado bretón del río, hasta que un cambio de curso lo convirtió en normando.

Es tal vez la parada más imprescincible de todo el viaje, ya no sólo por los valores artísticos, arquitectónicos o históricos del lugar, que sería lo más normal, si no también por la fuerza de la naturaleza en este lugar, cuyas mareas son francamente impresionantes. Además, ver todo el material que arrastran el río y las mareas y cómo este se deposita en las costas es interesantísimo.

Un advertencia: hacerse con una tabla de mareas, ya que el aparcamiento queda cubierto por el agua cuando esta sube. Sería desastroso quedarse en el monte mientras el agua se lleva nuestro vehículo.

Entrando ya en tierras bretonas podemos visitar
Dol-de-Bretagne, con su dolmen, que nos habla de su fundación céltica y su catedral, de arquitectura anglo normanda. Fue una ciudad muchas veces saqueada por los vikingos, así que se ha perdido casi todo el patrimonio anterior a esta época. Muy cerquita está el Mont-Dol, que forma un estupendo mirador sobre los marais.

Nuestra siguiente parada es
Cancale, famosa por sus ostras planas y que en el pasado conoció invasiones de todo tipo... ¡hasta portuguesas! Aquí es donde comienza la Côte d'Emeraude propiamente dicha. Buenas panorámicas y excelente gastronomía, el defecto que puede tener es el mismo que todas las poblaciones de la zona: una explotación turística desmesurada desde hace más de un siglo.

Siguiendo por la costa podemos ir hasta
Saint-Malo, situado en la desembocadura del Rance. Aunque parece una ciudad antigua (e históricamente lo es) lo cierto es que la inmensa mayoría de sus edificios tienen apenas 70 años ya que durante la Segunda Guerra Mundial fue bombardeado a conciencia.

Pero a pesar de todo, hay muchas cosas para ver en esta bella ciudad pesquera: desde sus murallas, algunas iglesias o su edificio municipal, hasta el Fort National, el único museo del que tengo noticia cuyo horario de apertura depende de las mareas, ya que está situado en un islote frente a la costa al que se puede llegar caminando en bajamar.

Justo frente a Saint-Malo se encuentra
Dinard, que sería el lugar donde se inventó el turismo. Aquí llegaron los ingleses a finales del XIX y construyeron villas en las que pasar sus momentos de asueto viniendo desde la relativamente cercana Gran Bretaña. Arquitectónicamente es bastante interesante y establece el canon a partir del cual se construyeron otras muchas villas turísticas del mundo.

Olvidaba decir que entre Saint-Malo y Dinard se encuentra la central maremotriz de La Rance, que bloquea la salida de la ría, lo que ambientalmente hablando tiene que ser una auténtica putada.

Saliéndonos un poco de la ruta podemos acercarnos hasta Dinan, para ver su castillo, sus puentes y su casco urbano medieval, aunque tampoco puedo recomendar gran cosa porque no tuve tiempo de ir. Lo tengo en
pendientes.

Siguiendo hacia Cap Fréhel podemos seguir la costa y pasar por
Saint-Cast-le-Guildo, con un interesante patrimonio artístico e histórico. A decir verdad, no es nada infrecuente toparse con restos de murallas, fortalezas o fuertes por toda la región. Su situación geográfica ha hecho de Bretaña un campo de batalla hasta épocas relativamente cercanas en el tiempo.

Y finalmente
Cap Fréhel, con sus vistas y sus acantilados... y con sus fuertes. Justo aquí podemos visitar el Fort-la-Latte, en un excepcional estado de conservación. Hay que llegar para verlo antes de las cinco de la tarde, que es la hora a la que dejan de recibir visitas, y la verdad es que merece la pena pagar los cinco euros que cuesta la entrada por verlo.

El mapa
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