24.10.09

Se acabó Battlestar Galáctica

Todo lo bueno tiene un final. Incluso Battlestar Galactica. Con la emisión de estos días de "The Plan", la segunda y última película que complementaba la serie se terminó.

Había estado esperando hasta ahora para escribir esta última reseña de la que ha sido, para mí, la mejor serie de la historia de la televisión.

Es cierto que en las últimas temporadas, sobre todo en la 4ª, la serie había dado un pequeño bajón al adentrarse demasiado en las tramas más mesiánicas de su historia, pero aún así creo que se podía seguir con toda atención hasta el inevitable final.

Y la verdad es que el final, aunque inesperado al principio, tiene lógica y es coherente con el conjunto de la serie.

Echaremos de menos a esos personajes que nos han acompañado durante la miniserie y las cuatro temporadas que se rodaron a continuación, y resulta raro ver a los actores diseminados por otras series: así, Tahmoh Penikett, Helo, forma parte de Dollhouse, a donde fue de invitado en un capítulo Jamie Bamber, Apollo, protagonista de la versión británica de Law and Order.én apareció en otro capítulo Michael Hogan, Tight.

En Burn Notice ya vimos a la hermosa Tricia Helfer, #6, haciendo de jefa de espías durante la segunda temporada y recuerdo haber visto a Grace Park y a Katee Sackhoff por algún lugar.

Si aún no la habéis visto, os recomiendo encarecidamente este drama espacial, donde la humanidad intenta descubrir si realmente merece existir, o si por contra lo que merece es la aniquilación a manos de unos cylones que aún no saben bien cuál es el plan que su dios tiene para ellos.
Tambi

23.10.09

Número 9

Estos días he visto 9 (Número 9), la nueva película de animación producida por Tim Burton, al que acompaña en labores, entre otros Timur Bekmambetov, el responsable de la serie Los Guardianes de la Noche/Los Guardianes del Día.

En realidad, la autoría de esta película no es de ninguno de ellos, si no de un tal Shane Acker, autor de un corto hace unos años en que se basa este film. Anteriormente, Acker se había ganado las habichuelas siendo animador en una desconocida compañía neocelandesa llamada Weta (que a su vez, hizo los efectos especiales de una trilogía fantástica aún más desconocida: El Señor de los Anillos).

La peli en sí está bastante bien: cuenta la historia de 9, un muñeco de trapo al que se ha dotado de vida y que se despierta en un mundo postapocalíptico donde la raza humana ha sido exterminada.

Nada más salir, 9 se encuentra con otro muñeco, 2 y ambos son atacados por un robot con forma de perro. Es de esta forma en que 9 empieza a conocer los peligros de este nuevo mundo al que acaba de incorporarse.

Técnicamente es una delicia, pero el guión le falla un poco. Tal vez está demasiado masticadita y tal vez cae en demasiados lugares comunes, lo que le resta un poco de atractivo a la propuesta.

9 se estrena el 1 de enero de 2010 en España.

22.10.09

El timonel

Érase una vez un timonel que fue contratado para llevar un barco. Al principio le pareció que su capitán era un lobo de mar experimentado y curtido en mil batallas contra los elementos y se aprestó a aprender todo cuanto pudiera de él.

Para el primer viaje un millonario alquiló el barco para hacer un recorrido largo y complejo. Había un rumbo más o menos marcado por zonas que a nuestro timonel le parecían un poco arriesgadas y pidió trazar la ruta de nuevo.

"Ve navegando", le dijeron.

El millonario a veces se aparecía y pedía alteraciones, de viva voz, en la ruta. Alteraciones que a veces tenían sentido y a veces eran auténticos disparates.

"Ve navegando", le dijeron.

Una vez, tras un puerto le dijeron que el viaje había terminado. Misión cumplida. Fiesta y champán.

Hasta que después resultó que ese no era el puerto que querían y que todo había sido un error de un empleado del millonario y que había que seguir navegando.

Y las alteraciones en la ruta eran comunicadas oralmente, a veces de forma contradictoria, o a veces garabateadas en una servilleta de una forma bastante incomprensible. Protestó y lo pidió todo por escrito y bien planificado.

"Ve navegando", le dijeron.

Y a seguir órdenes, que para eso era para lo que le pagaban. Aunque fuesen auténticos disparates.

Y siguió pasando el tiempo. El barco empezó a resentirse por tanta navegación a ciegas, sin cartas naúticas ni rumbo fijo, y con el capitán muy ocupado con menesteres más glamourosos.

Y el cliente, en lugar de permitir solucionar los problemas de la ruta empezaba a pedir cosas más bizarras, como pasar entre dos rocas muy juntitas con el barco marcha atrás.

"Ve navegando", le dijeron.

Ya hacía un tiempo que el timón era difícil de manejar por tanto problema de navegación. Pero él seguía al timón. Incluso más tiempo del conveniente.

Y en esto, en un puerto, un capitán de un barco más grande le ofreció su timón.

"No puedo", dijo, "tengo que concluir un viaje".

El nuevo capitán aceptó sus razones y le dejó ir, complacido por la respuesta.

Y en esto el millonario, impaciente por no llegar a donde quería siguió dando instrucciones estúpidas. El capitán comenzó a exigir que fuese a más velocidad de la que daba el barco y que llegase al destino (destino desconocido para el timonel), y le amenazó y le insultó. Después de haberse pasado noches enteras con un café y carámbanos en la nariz mientras trataba de llevar aquella pesadilla de viaje a término le dijeron que le faltaba "implicación". Y además, acababa de decir que no a un barco más grande y más nuevo.

Cuando el nuevo capitán volvió a hablarle, el timonel no se lo pensó: las ratas son las primeras en abandonar el barco, pero los timoneles, cuando se cabrean, son aún más rápidos.

Y es el timonel el que guía el barco. Y es importante tenerlo en cuenta, sobre todo si el capitán sólo sabe agitar los cócteles y animar los bailes.

Epílogo: cuando el barco finalmente se hundió, no se recibió un "SOS". Se recibió un "fue culpa del timonel".

Moraleja: no es lo mismo navegar con rumbo claro y mar espejo, con buenas cartas de navegación, que en un viaje cuyos responsables no planificaron, no estudiaron y que ni siquiera han visto el alcance que iba a tener. Si os veis en una de esas, dejad el barco.

20.10.09

Con Gripe A

Es una mierda esto de la Gripe A. Si ya me tocaba los huevos toda la alarma social generada en torno al tema imaginad ahora, que tengo que estar unos días en aislamiento y con mascarilla puesta cada vez que alguien entra en la habitación o voy a toser.

Menos mal que mi fiel y casi olvidado portátil está aquí para hacerme más llevadera la cuarentena (aunque después tendré que desinfectarle el teclado y el touchpad) y poder comunicarme con el resto del mundo.

La verdad es que la situación del enfermo de Gripe A es bastante ridícula: si será la cosa que mi madre me trae la comida con guantes y mascarilla y cada vez que voy al baño se refugian en la cocina (habitación que tengo vetada, por cierto). Uno se siente como en una de esas películas en que alguien tiene un monstruo encerrado en casa... y el monstruo eres tú.

Y también está la forma en que te ve la gente. Ayer mi padre paró para comprarme una botella de agua en una gasolinera, de vuelta del médico, y la chica de la estación de servicio puso cara de haber visto al diablo.

Por no hablar de los síntomas: la fiebre alta, los labios hechos polvo, la tos...

En fin, supongo que esto es una buena excusa para volver a prestar algo de atención al blog, que estaba en franco abandono.

1.10.09

Cabo Espichel, Sesimbra

Faro do Cabo Espichel (Sesimbra, Portugal)

Cuando fui por primera vez a Sesimbra, hace ya tantísimos años, ni sospechaba la gran cantidad de tesoros que guarda este hermoso concelho portugués.

Me quedé, igual que mis compañeros, con la imagen de un pueblo cochambroso, avejentado y terriblemente decadente.

Y a muy poco de nosotros estaban la Serra d'Arrábida o el espectacular Cabo Espichel, con su monasterio abandonado, sus vistas y su faro.

Y no mencionemos Praia do Meco o la Lagoa de Albufeira, cuya desembocadura forma una de las playas más hermosas de cuantas conozco, con sus dunas y arenales.

Esto sólo hace que me pregunte cuántos sitios habré visitado dejándome atrás lo mejor y teniendo, por ello, una mala impresión del lugar. Sabe Dios.

En cuanto a la foto, mucha suerte. Resulta que iba a sacar una foto del faro y se pasó la
carrinha esta, haciéndome pensar que la foto se iba al carajo... pero a medida que avanzaba y se acercaba al faro empecé a verle posibilidades al asunto. Apunté, disparé... et voilà!

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