13.2.11

Tetas

Las tetas son una de las partes favoritas de la anatomía humana de todo el mundo. Seamos hombres heteros, hombres bi, hombres homo, mujeres bi, mujeres hetero o mujeres homo... siempre nos fijamos en ellas.

En mis diferentes galerías tengo muchas fotos de paisajes, edificios señeros, retratos, etc... pero las fotos más vistas son las de desnudo o topless. Incluso por las chicas, digan lo que digan: algunas tienen más comentarios femeninos que visitas alguna de mis fotos preferidas de otras temáticas.

Pero el caso es que cada uno las entiende a su manera. Para algunos resultan tremendamente ofensivas y ahí está mi cuenta de flickr censurada por eso mismo para demostrarlo. Nunca entenderé por qué.

Recuerdo una vez que en ipernity una chica me escribió para pedirme que la diera de baja como contacto mío porque mi galería no era "apropiada para los niños". Tócate los huevos. Le expliqué, no sin una buena dosis de sorna, que yo no podía administrar sus contactos y le enseñé a hacerlo. También le dije que lo que si que no podía enseñarle era a distinguir entre una foto erótica y una que no lo es. Hay prejuicios demasiado arraigados y gente demasiado cerrada como para distinguir entre lo uno y lo otro.

¿Pero qué tienen de malo? ¿Por qué esta gente interpreta que el simple hecho de que aparezcan unos pezones en una foto es denigrante, ofensivo u obsceno? Yo le encuentro más intencionalidad erótica a una foto donde se "oculten" deliberadamente que a una donde se muestren abiertamente.

Pero bueno, cretinos los hay en todas partes, como algún grupito que ha exigido que estatuas famosas como el David de Miguel Ángel o la Venus de Milo apareciesen en los libros escolares. O el estúpido que obligó a una paisana a poner bikini a su muñeco de nieve porque lo había hecho con formas femeninas.

Yo seguiré, mientras me dejen, haciendo fotos donde el cuerpo humano aparezca tal y como es. Y supongo que por ello seguiré recibiendo críticas de quienes opinan que un niño con una pistola es mucho mejor que un simple e inocente pezón.

10.2.11

Acerca del divismo

Uno de los grandes problemas de las sesiones fotográficas es cuando te toca trabajar con gente "diva". Gente que por tener un buen físico o manejar una buena cámara se creen alguien en la vida.

Pues no, hijos, no. Sois una panda de matados como todos los demás, incluyendo al autor de este artículo.

Honestamente, no entiendo este tipo de actitudes. He visto y me han contado de fotógrafos tiranos y he visto y me han contado de modelos que harían mejor quedándose en casa.

Una sesión de fotos debería ser algo divertido. Al fin y al cabo estamos unos delante de la cámara y otros detrás de ella porque nos gusta. Entiendo que si estás bajo contrato y cobrando hay que garantizar unos resultados y tal vez sea necesario dar un toque de atención a alguna gente, pero ni siquiera en estos casos es aceptable la descortesía.

Así que, insisto, no entiendo al fotógrafo que se cree un artista y en nombre de su arte se permite tratar a los demás como a auténticas alimañas. No sólo a la modelo que le toque aguantarle en ese momento si no también a otros fotógrafos, acompañantes o a alguien que pasaba por allí.

De estos sólo tuve una mala experiencia durante una boda, hace muchos años y casi le cojo asco al asunto.

Y luego están las modelos que por tener un par de tetas en condiciones (o no) y saberse (o creerse) deseadas van por ahí como si fuesen las emperatrices de la India dirigiéndose a sus súbditos. De estas alguna experiencia más he tenido aunque, gracias a Dios, tuve el sentido y la cordura de no hacerles fotos. Me jodería gastar horas de mi tiempo y megas de mi disco duro en gente así.

Así que mi consejo de hoy sería que si podéis evitarlo, no trabajéis con divos ni divas. Dejándoles un poco de lado es quizás la única forma en que aprenderán un poquito de humildad y tal vez se pueda hacer algo con ellos o, si no es así, al menos no le darán la chapa a nadie más.

Rebajarse por una foto nunca ha sido buena idea.

6.2.11

Parque Nacional A Peneda- Gêres (I) (Portugal)

En el blog Lugares a Descubrir puedes seguir esta entrada con todas las actualizaciones que se le vayan haciendo.

También puedes leer allí el índice de rutas completo.

Melgaço (Minho, Portugal)
Melgaço

Mosteiro de Fiães (Melgaço, Portugal)
Mosteiro de Fiães

A Serra da Peneda (Melgaço, Portugal)
Porta de Lamas de Mouro

Porta de Lamas de Mouro (Melgaço, Portugal)
Porta de Lamas de Mouro

Santuario da Peneda (Arcos de Valdevez, Portugal)
Santuario da Peneda

Gavieira (Arcos de Valdevez, Portugal)
Gavieira

Adrão (Arcos de Valdevez, Portugal)
Adrão (Gavieira)

Mosteiro de Ermelo (Arcos de Valdevez, Portugal)
Mosteiro de Ermelo


Cuando la gente se plantea el irse a Portugal frecuentemente piensa en sus playas o sus dos grandes ciudades, Oporto y Lisboa. Pero Portugal cuenta con grandísimos atractivos en su interior que son aún más ignorados, si cabe, que el resto del país.

La ruta que vamos a tratar aquí ha sido uno de mis pecados de los últimos años, puesto que hace bastante que me la planteaba y no la hice hasta ahora, cuando por fin me he decidido a coger el coche y hacer un pequeño recorrido por el único Parque Nacional del país.

Es una ruta para tomarse con calma: a pesar de la estimación de Google Maps, la ruta lleva su tiempo... tanto que hacerla en un día es un poco aventurado: no te da tiempo a ver nada de nada. De hecho, hay tantas cosas que contar que voy a dividir la ruta en dos partes, cubriendo una las terras de A Peneda y la segunda se dedicará a la Serra do Gêres.

Partimos de Melgaço, cuna de Mario Soares, villa balnearia, y famosa por sus vinhos verdes y su lamprea. Para los habituales del blog le sonará porque ya se había visto en alguna otra ruta. Del patrimonio histórico de la capital del municipio podemos destacar los restos de su castillo, que es la fortaleza (y el municipio) más septentrional de Portugal. Para acceder a Melgaço podemos utilizar su puente internacional, que la une a la villa pontevedresa de Arbo.

Si seguimos la carretera en dirección a São Gregorio encontraremos un desvío hacia Lamas de Mouro y el Parque. Normalmente la gente nos dirá que vayamos por aquí... pero entre que los GPS dicen que es un camino más lento (y me inclino a darles la razón en este caso) y que hay cosas que ver por el otro camino, seguiremos un poquito más hasta la salida de Fiães.

Y en Fiães está  nuestra segunda parada del día, los restos de su monasterio que básicamente se reducen a unas cuantas ruinas y a la iglesia parroquial, que en su momento lo fue del monasterio. Hoy en día es un templo que sirve a una freguesía de unas 300 personas, pero en el pasado fue un poderoso e influyente centro monástico con 20 abadías y numerosos cotos repartidos por Galicia y las regiones portuguesas de Minho y Tras-os-Montes. Se decía que el segundo hombre más poderoso del país (tras el rey, obviamente) era el Abad de Fiães.

Un poco antes de Lamas de Mouro hay un desvío a Castro Laboreiro, casi en la frontera con España. Se trata de una freguesía de Melgaço con bastante historia y un par de curiosidades, como el haber sido municipio independiente (minúsculo y muy pobre) o el de albergar a la entidad de población portuguesa situada a más altura (Curral do Gonçalo)... pero sobre todo por tener una raza de perro propia, el Perro de Castro Laboreiro (el enlace en portugués es muchísimo más completo). Pero no subimos hasta aquí para ver perros o para tocar el techo habitado del país, si no para ver el Castelo de Castro Laboreiro, del que quedan sólo unas ruinas pero que fue crucial para la independencia Portuguesa durante varios siglos, conteniendo a las tropas leonesas y castellanas en varias ocasiones.

Volviendo a nuestra ruta, al llegar a Lamas de Mouro tendremos el acceso al Parque Nacional. Un agradable bosque de coníferas con pequeños riachuelos que se ha acondicionado como área recreativa nos da la bienvenida al Parque. A partir de aquí veremos formaciones rocosas bastante majestuosas y de gran belleza, mientras avanzamos hacia el Santuario de A Peneda, dejando atrás el concelho de Melgaço y entrando en el de Arcos de Valdevez. Mucho cuidado a partir de aquí: detrás de cualquier curva te puede salir un coche, una vaca, un caballo, una señora mayor... aquí más que nunca mucha concentración al volante.

Se trata de un edificio terminado en el siglo XIX y que cuenta con numerosos adeptos a sus romerías. Desde aquí parten varias rutas de senderismo, de las cuales la más famosa es la que parte desde detrás del templo hasta los penedos que se encuentran monte arriba (unos 45 minutos de subida). Al final del camino se encuentra un pequeño embalse, cuyas aguas son las que alimentan una cascada que se desliza hasta un lateral del santuario y una campa donde pastan las vacas de los habitantes del pueblo. Desde allí hay unas muy buenas vistas del valle y de la población.

Nuestro camino va a continuar por el valle (mejor retroceder y cruzar al otro lado del río) y seguiremos hasta Rouças (me temo que no está señalizado... o yo no lo he visto) y luego tomar un desvío hacia Gavieira y seguir hasta el siguiente pueblo, São Bento do Cando, desde donde hay unas vistas bastante buenas del valle, con una espectacular ladera granítica que debe hacer las delicias de los amantes de la escalada. Podemos seguir unos kilómetros más hasta un cruce, sólo por ver el paisaje, pero al terminar debemos desandar el camino hasta Rouças y continuar hacia el sur, hacia Adrão (pueblo con muchas casas abandonadas y un refugio que urge restaurar) y Soajo, cuyos hórreos (espigueiros) forman un conjunto histórico muy peculiar y merecen una visita (que yo no hice, lamentablemente).

Y pasando Soajo ya casi estamos en el final de esta primera etapa, los restos del monasterio de São Bento de Ermelo del que no he encontrado demasiada información, pero al igual que en el caso de Fiães sólo parece quedar la iglesia en pie. Una curiosidad de esta pequeña población encaramada en una de las riberas del río Lima (o Limia en su  tramo gallego) es la cantidad de naranjos que cultivan los lugareños.

Podemos terminar esta primera parte haciendo una pequeña parada en la antigua central hidroeléctrica de Lindoso, nada más cruzar el río. Necesita un pequeño mantenimiento, pero es una parada interesante para aquellos a los que les gusta la arquitectura industrial.

El Mapa
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