28.2.09

Lugares a Descubrir: Portugal de Norte a Sur (III)

Cerca Nova, Porto Covo
As Furnas y R. Mira desde VN Milfontes
Cabo Sardão
Entrada da Barca
Zambujeira do Mar desde el Norte
Alteirinhos, Zambujeira do Mar (Odemira, Portugal)
Alteirinhos (Norte)

Alteirinhos, Zambujeira do Mar (Odemira, Portugal)
Alteirinhos (Sur)

Praia de Odeceixe (Aljezur, Portugal)
Praia de Odeceixe

Baia dos Tiros (Aljezur, Portugal)
Baia dos Tiros

Pedra da Mina (Aljezur, Portugal)
Pedra da Mina

Castelo de Aljezur (Algarve, Portugal)
Castelo de Aljezur

Praia da Arrifana (Aljezur, Portugal)
Praia da Arrifana

Solpor en Arrifana (Aljezur, Algarve) (88 mil visitas)
Solpor en Arrifana

Si no fuera parte de una ruta mayor, la hubiese titulado "Las playas del Alentejo y el norte del Algarve" ya que de Sines hacia el Sur nos vamos a dedicar a ver sobre todo playas y litoral. Es hora de ponerse un poco morenos y de pasar un poco de calor.

La ruta es hoy más corta, pero nuevamente recomiendo ver el mapa (hay un pequeño fallo para ir de Zambujeira do Mar a Alteirinhos, porque no es necesario dar semejante rodeo). Hoy haremos apenas 130 kilómetros, pero nos va a llevar todo el día.

Nos habíamos quedado en Porto Covo, Sines. Nuestra mañana puede comenzar conociendo las playas que mencionábamos ayer... y es que las playas de Porto Covo son realmente hermosas y el sol de la mañana les sentó realmente bien cuando estuve.

Yendo de Porto-Covo hacia el sur podemos hacer una pequeña parada en la Ilha do Pessegueiro. No recuerdo exactamente de donde le provenía el nombre, pero no tenía que ver con los melocotoneros (es lo que significa pessegueiro en portugués). Fue poblado por los cartagineses y se proyectó construir un puerto aquí, dada la escasez de abrigos naturales que hay en esta parte de la costa, y también para proteger la costa de los piratas. Finalmente el proyecto fue abandonado al ser trasladado su responsable, tras haber construido el fuerte que iba a proteger a las instalaciones portuarias. Aunque parezca de roca, los carteles aseguraban que la isla es en realidad una duna fosilizada formada cuando el mar estaba más bajo.

Seguimos hacia el sur siguiendo los pasos del ingeniero transferido, yendo a Vila Nova de Milfontes, de cuyas defensas también es responsable. La parte nueva de VN de Milfontes es tan anodina como casi todos los ensanches portugueses construidos al calor del urbanismo desaforado de los últimos años, pero el casco antiguo merece la pena. Lo más interesante es acercarse hasta el mirador situado al lado del fuerte, donde tendremos unas maravillosas vistas del Río Mira, uno de los menos contaminados de Portugal (según comentaron en una de mis fotos de flickr).

Desde aquí podemos ir hacia la playa de As Furnas que queda justo delante de Vila Nova. Si te vas a quedar en la villa, puedes pasar al otro lado en un barco que hace trasbordos cada hora... o puedes ir en coche al otro lado, que fue mi caso. Es una playa coqueta con un sistema dunar degradado.

A partir de aquí estaremos en territorio de Odemira, el mayor concelho de Portugal, y recorreremos casi toda su costa.

Nuestra siguiente parada va a ser la preciosa y enorme playa de Almograve, rodeada de un sistema dunar donde también hay dunas fosilizadas. Aquí ya comenzamos a ver el tipo de playas que nos acompañará hasta Cabo São Vicente: amplias, abiertas al mar y con una geología irreal (al menos para mí, que soy gallego). Me encantan esas rocas, como si fuesen restos orgánicos retorcidos y petrificados. Muy posiblemente sea lava, a juzgar por el aspecto.

De Almograve hacia el sur vamos a estar bastante rato sin playas: la costa es aquí alta y escarpada, con lugares tan acojonantes como Cabo Sardão, nuestra siguiente parada. Las vistas son sobrecogedoras, viendo como esos acantilados quebrados caen al mar de una forma tan radical. Y el viento sopla... así que puedes sentir vértigo muy fácilmente.

Poco antes de Zambujeira do Mar está el pequeño puerto pesquero de Entrada da Barca, que me pareció uno de los lugares más encantadores de todo el viaje. La costa es tan jodida que es uno de los pocos sitios donde los pescadores pueden resguardar sus barquitas con un poco de seguridad.

Recuerdo haberme parado antes de entrar en Zambujeira, y ver un enorme espolón de roca adentrándose al mar, desde un mirador que estaba en la parte alta de unas dunas fosilizadas. Eso de ver arena fósil es algo que todavía no acabo de asimilar del todo. Hasta ese viaje sólo había visto algo parecido en el Monte de San Pedro en A Coruña... y detrás de un cristal.

La construcción de apartamentos y hoteles en Zambujeira do Mar le ha quitado buena parte del interés al pueblo, del que pasamos de puntillas con bastante alegría. Bajamos a la playa y luego seguimos por una pista de tierra hasta llegar a Alteirinhos (este es el camino que no aparece en Google Maps).

Alteirinhos es una playa amplia y preciosa, a la que se baja por una escalera construida sobre el acantilado. La parte sur de la misma es nudista. Hay poca gente y se está muy a gusto, y además tienes unas vistas tremendas, de unas formaciones rocosas absolutamente espectaculares. No es tan bonito como muchas playas gallegas, pero a mi me encantó.

De Alteirinhos nos iremos hacia Carvalhal da Rocha, otra playa muy coqueta, y saldremos por Brejão hacia la N-120 que nos llevará a nuestra siguiente parada, la praia de Odeceixe, que está situada en la desembocadura de un río (el Seixe) y es completamente diferente a lo que hemos visto hasta ahora. Ese río es además la frontera entre el Alentejo y el Algarve, en el cual estaremos a partir de ahora. De esta zona me gustaron mucho las fincas cultivadas sobre el terreno de inundación del propio río.

Aljezur es el nombre del primer concelho algarvío. Y lo primero que conoceremos de su inmensa costa es la espectacular Baía dos Tiros, un mirador natural sobre un acantilado que te hace sentir pequeño, muy pequeño. Las rocas son nuevamente irreales, como surgidas de la imaginación de Tim Burton o alguno de sus alocados directores artísticos.

Después, si nos apetece otro poco de playa, Pedra da Mina con sus rocas (las rocas, siempre las rocas... pero es que me encantaron) es una buena opción.

Había dicho que no había muchas playas como Odeceixe, pero lo cierto es que hay otra muy parecida y muy cerca: la playa de Aljezur, rodeada de inmensas dunas y algunas explotaciones acuícolas en la Ribeira de Aljezur. Una playa demasiado turística para mi gusto.

Aljezur mismo tiene una cosa muy interesante que ver: su castillo, que fue construido por los árabes en los tiempos en que estos se adueñaron de la península. Desde las cercanías del castillo dispondremos de un mirador privilegiado sobre toda la zona circundante, y viendo la Serra do Monchique un poco más a lo lejos.

Saliendo de Aljezur podemos dirigirnos hacia Vale da Telha (que parece ser una urbanización enorme y que no conocí) y nuestra última parada, Arrifana, cuyos espectaculares acantilados no tienen nada que envidiar a los de Fisterra, por ejemplo y desde los que presencié una puesta de sol espectacular.

Si nos situamos en los restos del fuerte que hay en la localidad, podemos ver hacia el sur la costa de Carrapateira, que conoceremos en nuestra próxima entrega. Porque esta etapa se termina aquí.

Para pasar la noche recomiendo bastante irse hasta Salema, en la freguesía de Budéns (Vila do Bispo) y meterse en el camping Quinta dos Carriços: más caro que los que vimos hasta ahora, pero a cambio nos da unas instalaciones inmaculadas (al menos en la parte nudista del cámping), mucha amplitud (tanta que te puedes sentir como si fueras el único habitante del cámping... y además una parte apreciable del mismo es monte a pelo, sin desbrozar ni nada: les sobra espacio). El personal, sosete pero atento, y además la situación geográfica le hace ideal para explorar el occidente del Algarve con calma.

El Mapa
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26.2.09

Lugares a Descubrir: Portugal de Norte a Sur (II)

Ribeira d'Ilhas
Praia dos Pescadores, Ericeira
Azenhas de Mar
Palacio Nacional de Sintra
Alcornoques en el Alentejo
Praia do Salto (Porto Covo)
Vamos a iniciar esta ruta donde dejamos la anterior: en Peniche. Como esta ruta también es un poco larga, nuevamente voy a recomendar echar un ojo al mapa y no perderlo de vista porque no me voy a parar a indicar qué carretera coger ya que el post va a ser un poco largo.

De Peniche lo que ya había dicho en el post anterior: los acantilados merecen la pena y tal vez una visita a las Ilhas Berlengas puedan suponer una excursión interesante. Para ir hay que coger un barco en el puerto pesquero, y tras 15 kms de viaje se llega. No he estado y sólo las conozco por foto: playa pequeña y abarrotada y un fuerte que me pareció muy interesante.

Otra cosa acerca de Peniche es que tiene una cierta fama entre los surfistas del país. De hecho, muchas de las playas que vamos a ver hoy estaban llenas de practicantes de este deporte. No es extraño, por otra parte, que haya tantos practicantes de surf en Portugal con tantos kilómetros de costas.

Lo primero que nos llamará la atención es que el paisaje no se parece en nada al que hemos visto hasta ahora, que parecía un poco una prolongación de Galicia (a pesar de lo espectacular de las montañas que rodean Aljubarrota), si no que de repente el terreno se vuelve más llano y más árido... como Castilla, pero más verde.

Primera parada: Torres Vedras. Realmente si andamos mal de tiempo la podemos obviar ya que lo único interesante que vi, además de su casco antiguo, son los restos de su castillo, en pésimo estado de conservación (que sí, que vale, que el terremoto de Lisboa le hizo mucho daño... pero eso fue en el siglo XVIII), y con modernos apartamentos construidos casi adosados a sus muros. Un asco.

Volveremos a dirigirnos hacia el mar, hacia Ericeira, pero por el camino nos encontraremos una curiosidad (para los españoles), y es que pasaremos por un pueblo llamado Gibraltar.

Antes de llegar a Ericeira veremos ya algunas playas como São Lourenço o Ribeira d'Ilhas (atestada de surfistas) que nos van a servir de aperitivo para las que vendrán en el futuro.

Ericeira es un pueblo de pescadores que está hipertrofiado por la influencia del urbanismo salvaje. Es uno de esos pueblos cercanos a Lisboa que han visto cómo sus cercanías se llenaban de apartamentos de segundas residencias vacacionales para los capitalinos y gentes del interior. Gracias a Dios, aún se puede pasear por su interior sin que los ojos te duelan, aunque la densidad de turistas por metro cuadrado le hace perder cierto encanto. Recomiendo visitar la plaza, y también la Praia dos Pescadores, en la parte baja del pueblo, junto al puerto. Muy bonita para ser urbana.

Como curiosidades sobre Ericeira, decir que en su escudo aparece un erizo de mar (de ahí el nombre) y que desde aquí partió el último rey portugués al exilio.

Al salir del pueblo podemos ver una playa también muy bonita. Merece la pena detenerse unos segundos en el mirador para admirar el pueblo y las vistas a la playa.

Sigamos: vamos a ir a una de mis paradas preferidas, si bien cuando fui me decepcionó un poco, ya que las fotos que había visto me parecían espectaculares. Ahora, con el tiempo y la distancia lamento no haber callejeado un poco por ella y trataré de subsanar este fallo en próximas visitas, porque Azenhas de Mar, un pequeño pueblo de Sintra que no aparece ni en Google Maps ni tampoco en el GPS se merece eso. Azenhas está construida sobre un acantilado, y sus casas van haciendo camino hasta llegar a una pequeña playa. Es mejor ver una foto que describirlo. Por cierto, un aparcamiento situado a la zona sur tiene una caida a pico hasta el mar que acojona un poco.

Siguiente parada, Cabo da Roca. No es gran cosa, aunque tiene unas vistas decentes... pero es que hay que parar: es el punto más occidental de la Europa continental. Sólo por eso se merece una parada momentánea. Cuando fui de pequeñito hasta vendían pergaminos conmemorativos (el mío sabe Dios debajo de que piedra puede estar)

De aquí iremos a Sintra, la antigua capital de la Jet Set europea (bueno, habría que añadir a Cascais y Estoril que estaban en el ajo y que son limítrofes con Sintra). Sintra es parada obligada. Hay que visitar el Castelo dos Mouros y el Palacio da Pena, así como el Palacio Nacional. No me extiendo con esto porque ya lo habíamos visto en esta ruta.

Podríamos dirigirnos a Lisboa, pero en lugar de eso vamos a rodearla para atravesar el Tajo (Tejo en portugués) por el Ponte Vasco da Gama, el puente colgante más largo de Europa. Lisboa merece la pena, claro... pero no tenemos tiempo. Si decidís parar, Chiado, Estufa Quente, Castelo de São Jorge, la Sé, el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belem, por destacar algunas cosillas. Así que tampoco veremos el distrito de Setúbal (dicen que es muy feo), ni tampoco revisitaremos Sesimbra

La autopista a la que pertenece el Vasco da Gama es de peaje, pero podemos evitarlo saliéndonos en la primera salida, a la N-5 que va a Alcacer do Sal o Montijo. A partir de aquí nos meteremos en plantaciones de alcornoques primero y de pinos después, en carreteras rectas con poco tráfico y por tramos muy anchas y cómodas. Con el discurrir de los kilómetros veremos que toda la zona es un inmenso campo dunar sobre el que nacen los pinos... y estamos a bastantes kilómetros del mar. Si alguien tiene una buena explicación de cómo se formó la zona, estaría muy agradecido.

Por cierto, una vez que nos metemos al sur del Tajo ya estamos en el Alentejo, cuya capital, Évora, ya conocíamos de una ruta anterior.

La N-5 nos va a dejar en Alcacer do Sal, uno de los pueblos más antiguos de Europa (fundado por los fenicios) y antigua capital de provincia de alguno de los reinos árabes que desaparecieron con la Reconquista. Desde aquí partiremos hacia la Península de Troia siguiendo el curso del Rio Sado (no me he inventado el nombre) a medida que se abre en estuario.

Troia fue sin duda la mayor decepción de todo el viaje. Es una península de arena preciosa y le han construido una urbanización, un campo de golf y cuando fui el verano pasado estaban montándose todo un Resort con hoteles, edificios y demás parafernalia. Es zona protegida, así que me pareció un crimen.

Desde Troia hacia el sur tenemos una playa contínua de decenas de kilómetros que llega hasta Sines y que está separada de la carretera por un cinturón dunar. No sabría deciros cuál es el mejor tramo para bañarse, aunque tengo entendido que por algún lado se hace nudismo. Lo que sí puedo decir es que hay tan poca gente que se está muy relajado: ni ruidos, ni aglomeraciones. La playa más tranquila que vi en Portugal. Será por eso que quieren echarla a perder.

Rumbo sur y nos dirigiremos hacia la Lagoa de Santo André, que pertenece al concelho de Santiago do Cacém. La Lagoa es objeto de una pequeña ceremonia anual ya que a finales de marzo o principios de abril se rompe el cordón dunar que la separa del mar para que el agua se renueve. En este post teneis un vídeo donde se puede ver el proceso. Justo aquí al lado está Vila Nova de Santo André, una de las ciudades más jóvenes de Portugal (fundada en 1973) y que ahora cuenta con una población de unos 11 mil habitantes, aunque fue pensada para albergar unos 100 mil. Es en realidad un dormitorio de la cercana Sines.

Desde aquí nos iremos al interior para visitar Santiago do Cacém y su castillo, de origen árabe. Se supone que lo de Cacém es una lusificación del nombre de un tal Kassem que sería el fundador del pueblo.

Nuestra penúltima parada será Sines, cuna de grandes navegantes y cuyo vecino más famoso fue Vasco da Gama, el descubridor de la ruta a la India doblando el Cabo de Buena Esperanza. Su industria más potente es su puerto, el más grande desde Lisboa al Cabo São Vicente. En Sines hay una refinería.

Hablando de eso... ¿recordáis lo que dije de los Intermarché y el combustible? Pues antes de entrar en Sines, si uno viene desde Santo André hay uno. No es tan barato como el de Alcobaça, pero es mejor que las gasolineras normales.

Desde Sines hacia el sur hay un cambio importante en la costa: desaparece la playa kilométrica de antes y la costa comienza a escarparse. Las playas estarán ahora entre acantilados o serán pequeñas calitas como las que veremos en Porto Covo, nuestra última parada de hoy. Merece la pena pasearse por los acantilados y ver el rosario de pequeños arenales: Serro D'Aguia, Salto, etc.

Aquí fue donde me alojé. Hay varios campings y el que conozco es Costa do Vizir y más o menos lo mismo que en Peniche: personal desagradable (incluso se negaron a darme una toma eléctrica y tuve que porfiar hasta que cedieron), no dejan meter coches en el cámping e instalaciones de ducha y baños en un estado sanitario bastante dudoso. Al parecer han tenido problemas con clientes españoles porque nada más detectar tu nacionalidad ya te miran raro. Y conmigo aún se portaron porque hablo portugués. Muy caro para lo que ofrece.

El mapa
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23.2.09

Lugares a Descubrir: Portugal de Norte a Sur (I)

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Ecopista Monçao-Valença
Lapela, Monçao
Valença do Minho y Tui
Santa Tegra desde Caminha
Viana do Castelo desde Sta- Luzía
Aveiro
Cova Gala, Figueira da Foz
Praia de Mira
Caramiñas en Mira o Cantanhede
Batalha
Óbidos
Hacía mucho que me apetecía escribir sobre esta ruta que hice el verano pasado en coche, con calma, paciencia y el GPS a medio configurar. Aviso de que la ruta es enorme y es imprescindible leer el mapa de Google que enlazo al final porque si me pongo a describir la ruta con el detalle habitual esto va a parecer un tomo de enciclopedia. Y es que esta primera parte nos va a llevar desde Melgaço a Peniche, a lo largo de casi 500 kilómetros de viaje. Si alguien se pregunta si no será mucho para un solo día, debo decir que la ruta real fue de A Coruña a Peniche... en un sólo día. Eso sí, de verano, y sin parar en todos los sitios porque algunos ya los conocía.

Melgaço es una de las cuatro villas importantes que se yerguen a orillas del Miño desde el lado portugués. Lo interesante de esta villa, además del Parque A Peneda-Gêres, del que hablaré algún día es lo que queda de su castillo, una de tantas fortificaciones defensivas que el Reino de Portugal construyó para defenderse de sus vecinos del norte, ora León, ora Castilla, ora Galicia, ora España. Lo más llamativo es la torre del homenaje.

De Melgaço a Monçao, nuestra segunda parada, es interesante fijarse en el Miño, verdadero agente vertebrador de estas tierras, y donde veremos restos de las pesqueiras que desde tiempos ancestrales se utilizan para la pesca de la lamprea (por cierto, que ahora estamos en la época) y aquí y allí, veremos también viñedos donde se cultiva la afamada uva alvarinha, si bien en el otro lado del río le sacan más provecho... y es que aún siendo la misma uva, el albariño tiene ventaja sobre su análogo luso. Hay un balneario

Monçao es la capital del alvarinho, y sus principales activos son sus murallas, las vistas sobre el río, el balneario y ya fuera de la villa, la ecopista que sigue el trazado de la vieja vía del tren y que lleva hasta Valença y que es estupenda para pasear a pie o en bici. Esta ecopista es paralela a la carretera que une ambas villas y en la cercanías de ambas podremos ver elementos de interés como viejas pesqueiras, la torre de Lapela, remanente de un viejo castillo, la puerta de la Quinta do Crasto, ya en territorio de Valença o el monasterio benedictino de Ganfei, a las puertas de la villa valenciana.

Por esta zona, en Verdoejo y accediendo a desde Gondomil o bien desde la misma Valença hay una minirruta con varios miradores: Mosteiro de Sanfins, Capela de Santo Ovideo y Monte Faro que nos dan en conjunto una viste estupenda del valle del Miño desde Salvaterra hasta su desembocadura.

La gran fama de Valença es su muralla, extraordinariamente bien conservada y con maravillosas vistas de Tui, con su catedral-fortaleza y del río, que es cruzado por el puente construido por un arquitecto conocido por todos: Gustave Eiffel (sí, el de la torre parisina)

Nuestro camino seguirá paralelo al río, pasando São Pedro da Torre y en dirección a Vila-Nova de Cerveira, cuya muralla está en malas condiciones y poco respetada (hay un comedor de un restaurante coronándolas... una pérgola cristalina que no pega ni con cola). Tenemos un puente internacional por aquí que nos puede servir para repostar en España (la gasolina en Portugal es muchísimo más cara... y si hay que repostar, el lugar más barato con diferencia son las gasolineras de los Intermarché)

Más adelante la coqueta Caminha, cuyas vistas al estuario del Miño, su desembocadura, y al otro lado el Monte Santa Tegra, en A Guarda (Pontevedra). En la misma desembocadura hay un parque de pinos precioso y en una isla en medio del río una pequeña fortificación. Para cruzar a España hay un pequeño ferry, el Santa Rita de Cassia

La carretera va a seguir ahora la línea de la costa en dirección sur, pasando por una villa turística como Vila Praia de Áncora y llevándonos a Viana do Castelo, capital de la región y cuyo mirador de Santa Luzía considero parada obligada, ya que nos da unas vistas estupendas de la desembocadura del Lima, el río sobre el que aprendió a navegar un tal Fernando de Magallanes, oriundo de la cercana Ponte de Lima. Este río nace en España, y allí tiene el nombre de Limia (es quien da apellido a la localidad ourensana de Xinzo da Limia)

A partir de aquí vamos a coger la autovía hasta Vila do Conde, para ver el acueducto de Coelheiro, del siglo XVIII y medianamente conservado (se podían esforzar más en su conservación, la verdad), y que llevaba agua desde el lugar homónimo hasta la villa.

Desde aquí hasta nuestra siguiente parada habrá un buen tramo, ya que debemos pasar Porto por el Ponte da Arrábida que tiene buenas vistas (para el copiloto) tanto de la desembocadura del Duero, como del interior de Porto. Aunque normalmente no voy a indicar carreteras, aquí voy a hacer una excepción: deberemos coger la A-29 en dirección Espinho si queremos evitarnos peajes. Yo no me pararía en Espinho, ya que salvo un castro a recuperar, no hay mucho que ver... así que seguiría por la autovía hasta su finalización, cerca de Estarreja y después cruzaría por esta localidad en dirección a Aveiro

Aveiro es quizás la localidad más sobrevalorada que conozco. Realmente su casco antiguo es muy pequeño y carece casi de interés, sin edificios singulares de mención y además las barcas que le dan fama son un puñado y están aparcadas en un canal de lo más anodino. Es mucho mejor coger las carreteras de la costa y acercarse a lugares como Gafanha de Areão (y más que nada porque los gallegos no tenemos costumbre de ver playas así) o ver la ría de Aveiro desde Murtosa o Torreira, aunque eso nos desvía mucho de la ruta.

Si seguimos hacia el sur por estas carreteritas, a veces en un estado francamente malo, llegaremos hasta la Praia de Mira, que es el lugar de veraneo de la gente que procede de lugares más interiores, como Coimbra, Viseu o las españolas Ciudad Rodrigo y Salamanca, ya que desde allí hasta Aveiro es casi todo autovía.

Una cosa me llamó la atención de los bosques que están entre la civilización y el litoral, y es que hay gran cantidad de caramiñas, una planta que ya habíamos visto en el Areal de Trece y que está casi extinta en Galicia. Es también curioso ver kilómetros y kilómetros de pinares en plano, como en las Landas francesas, naciendo sobre dunas... dunas hacia el interior. Esa es la razón de que haya tan poca presencia humana por esta zona: habría que hacerlo sobre arena.

El camino sigue hasta Figueira da Foz, otra población bastante sosa que se encuentra en la desembocadura (foz) del Mondego, el río que pasa por Coimbra y que atraviesa todo Portugal desde la Serra da Estrela. Más kilómetros de playa del estilo que ya hemos visto en Mira, pero más urbanizado y menos interesante. Se dice que hay una playa nudista por aquí, pero fui incapaz de encontrarla. Lo más interesante puede ser el Forte de Santa Catarina, pero las fotos que he visto no me enamoraron hasta el punto de querer parar.

De aquí a nuestra siguiente parada hay otro trecho largo, pero es que el Castelo de Leiría, en la ciudad del mismo nombre, merece la pena. Situado en una colina que domina la ciudad, su construcción es realmente impresionante. Merece la pena acercarse porque es de lo mejor que he visto en Portugal.

Un poco más al sur de Leiría encontramos una de esas paradas imprescindibles (y con la que di de casualidad, ya que quería ir por la costa, hacia Nazaré y me lié con los accesos): Batalha. Este monasterio vendría siendo el equivalente luso a nuestro Monasterio de El Escorial. Una arquitectura fascinante y una historia muy interesante que ayuda a explicar por qué Portugal siempre ha tenido problemas presupuestarios: esta obra fagocitó el presupuesto nacional durante los dos siglos que se invirtieron en su construcción. Y todo ello para celebrar la batalla que en la vecina Aljubarrota lograron contra las tropas castellanas.

No demasiado lejos se encuentra otro monasterio singular, Alcobaça, Patrimonio de la Humanidad, construido en el siglo XII, poco después de la reconquista de estas tierras por parte de los primeros reyes portugueses. También hay un castillo por aquí, pero no lo he visitado y al parecer está en muy mal estado. Tan poco interés le pusieron que en el siglo XIX el municipio vendió las piedras de la muralla a particulares para edificar casas. Aquí hay un Intermarché con gasolinera, por cierto.

Seguimos hacia el sur y rodeamos Caldas da Rainha, para acercarnos a nuestra penúltima parada: la villa de Óbidos, construida en su mayor parte dentro de un castillo medieval. Grandes vistas, una zona urbana realmente bonita y unas murallas perfectamente conservadas. Óbidos es posiblemente el pueblo más bonito de cuantos conozco en Portugal. Es un lugar que hay que visitar con calma, tanto lo que es el pueblo, como algunos santuarios cercanos. En este post de otro blog teneis abundante información.

Y de aquí partimos al final de esta primera y maratoniana etapa: Peniche, cuyos espectares acantilados, casi barrocos, son lo más salientable, así como la vista a las Ilhas Berlengas, de gran predicamente durante los meses estivales, ya que las playas cercanas no son gran cosa y las de allí tienen un poco de encanto. También hay un fuerte que protegía la costa y que es lo más interesante de las islas. También hay en Peniche un pequeño fuerte, pero por lo que vi desde la calle tampoco es como para tirar cohetes.

La noche la pasé en un cámping llamado "Peniche praia" que me dejó una impresión bastante pobre: no había playa, si no acantilados. El personal borde y desagradable y trataron de engañarnos: pretendían mandarnos a un área polvorienta y sin servicios en lugar de a una parcela con electricidad que era lo que habíamos demandando (para descargar las fotos en el portátil y poder ver una peli, que nos lo merecíamos). La parcela era sólo 60 cents más cara que el descampado. Por último, las duchas no debieron recibir nunca la visita de un inspector de sanidad. O eso, o al tío lo untaron bien, porque si no, no lo entiendo.

Y esta es la ruta de hoy. Nos han quedado atrás lugares como Coimbra y las ruinas de Conímbriga, pero quedaban un poco demasiado al interior y nos dejaban retrasaban bastante. Coimbra en sí es interesante, aunque en mi opinión no tanto como dicen. Lo más llamativo, la Cidade dos Pequeninos (parque donde hay miniaturas de monumentos de todo Portugal y que cierra en enero) y la Igreja de Santa Clara, hundiéndose en los sedimentos del Mondego. También es interesante la vista desde la Universidad.

En cuanto a Conímbriga, pues son unas ruinas de origen romano de lo que fue una ciudad, abandonada hace ya bastantes siglos. No he ido, pero las fotos que he visto pintan muy bien.

El mapa
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22.2.09

Lugares a Descubrir: Los Oscos

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Santa Eulalia de OscosPara finalizar nuestro periplo astur nos vamos a acercar a una de las comarcas menos conocidas del Principado.

Los Oscos ha sido tradicionalmente una de las comarcas más aisladas de España debido a su situación entre montañas. Como no dispone de la espectacularidad de otras zonas de Asturias, ni siquiera en su propia comunidad se le ha prestado la atención debida hasta épocas relativamente recientes, en las que se está dinamizando la zona aprovechando sus condiciones naturales para el desarrollo de un turismo rural "sostenible".

Los Oscos se componen de tres municipios: San Martín, Santa Eulalia y Villanueva de Oscos, que serán el núcleo de nuestro viaje.

Iniciaremos el viaje por A Fonsagrada, en tierras gallegas y yendo en dirección a Grandas de Salime, en Asturias. No hay pérdida posible porque es la única carretera ancha que veremos, aunque eso sí, hasta la frontera asturiana la carretera estaba en unas condiciones deplorables (no sé ahora).

Si queremos hacer la ruta de un tirón y sin volver sobre nuestros pasos tendremos que coger el desvío a Barbeitos y tirar por esa carretera (LU-730) sin desviarnos hasta su final en la frontera asturiana, momento a partir del cual pasa a denominarse SE-1 y que nos llevará hasta Santa Eulalia de Oscos, primera parada.

El personal de Turismo es muy amable y, al menos cuando fui, era de la zona. Ellos nos indicarán los mejores caminos para los castros, conjuntos etnográficos y edificios singulares de la zona. Por recomendar algo, recomendaría la casa natal del Marqués de Sargadelos, hoy museo, en la aldea de Ferreirela.

Sigamos nuestro camino en dirección a San Martín de Oscos. Para eso cogeremos la AS-33 hacia Villanueva y nos desviaremos hacia Martull y Salcedo unos kilómetros más adelante. A partir de aquí el mapa muestra un pequeño laberinto de caminos, pero no recuerdo que me fuera particularmente difícil orientarme por ellos para llegar. En caso de llegar a la AS-13, pues giramos a la derecha y no tiene pérdida.

Por esta zona había un restaurante que estaba genial, sólo que no recuerdo el nombre del pueblo. Sé que era donde terminaba una carretera que empezaba en la AS-33, cruzaba al río y luego venía una cuesta escalofriante. Al llegar arriba había una curva pronunciada a la derecha y en la misma curva había unas casas. Ahí se incorporaba a otra carretera. El restaurante estaba ahí, en las casas. Siento no poder recordarlo.

San Martín es quizás el pueblo que más me gustó de los tres por su arquitectura. Más amplio que los otros, me gustaron su luminosidad y sus casas, sobre todo un edificio de apartamentos rurales llamado "Casa de la Villa" (ni idea de precio, personal, etc)

Desde aquí, si seguimos la AS-13 sin desviarnos en dirección norte, llegaremos a Villanueva de Oscos, cuyo principal atractivo son las ruinas del monasterio, otra de las víctimas de la Desamortización de Mendizábal. Este monasterio fue
de facto el dueño y señor de las tierras y habitantes de Los Oscos, hasta finales del siglo XVIII, que fue cuando nacieron los municipios.

Para finalizar nuestro viaje seguiremos hacia el norte por la AS-11 hasta llegar al desvío de Taramundio (AS-26 y AS-21 después), conocido por su artesanía (sobre todo sus navajas) y por el conjunto etnográfico de Os Teixois, que consiste en un conjunto de batanes y molinos, además de una pequeña central eléctrica que lo alimenta. También tienen fama su pan, mermeladas y queso.

Como curiosidad, decir que Taramundi también tiene un llagar, que es parecido a los lagares gallegos, pero dedicado a la elaboración de la sidra, lo que es una rareza en un lugar situado tan al occidente de Asturias.

Nuestra última parada será en A Pontenova, ya en tierras gallegas, a donde llegaremos siguiendo la AS-21 (que se convertirá en la LU-704 al pasar la frontera). Al lado de la vieja estación ferroviaria de A Pontenova, antiguamente conocida como "Villaodrid", veremos los restos de los viejos hornos que se usaban en la industria del hierro que floreció aquí a principios del siglo XX y que fueron la razón de la construcción del ferrocarril que aquí empezaba y terminaba en Ribadeo: era la forma de transportar el mineral hasta la desembocadura de la Ría de Ribadeo para su exportación. Hoy en día es una Vía Verde, si bien no sé en qué estado se encuentra

El mapa
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