Una frase que repito mucho en los últimos tiempos es "la realidad es muy terca". Por alguna razón que escapa a mi comprensión a la gente le ha dado por abusar de lo que los anglosajones denominan "wishful thinking", o lo que es lo mismo, confundir los deseos con la realidad.
Lo vemos a todos los niveles, desde un gobierno que insistía en que ni había ni habría crisis, un sector inmobiliario y automovilístico que proclamaba la imposibilidad de que los precios de sus productos bajasen o románticos que creen que la utopía política que han pergeñado entre copa y copa es la solución a todos los males.
Hasta Anguita, normalmente prudente, ha dicho que una III República es la solución a la crisis, como si portugueses, franceses e italianos se estuviesen descojonando de la risa mientras los demás nos apretamos el cinturón.
Pero la realidad es tozuda y tiene sus propios planes: si la gente abusa de ella, ella termina devolviendo la pelota.
Por ejemplo, en economía, muchos directivos crearon ingresos de la nada... y la realidad les pasó factura en cuanto pudo. Otros especularon con los mercados, pero la antigua e infalible ley de la oferta y la demanda acabó arrollándoles como si fuera un mercancías (a muchos inocentes de paso, me temo).
Esto pasó a las inmobiliarias: trataron de hacernos creer que un parque de viviendas excedentario tan colosal como el de España, unido a un precio absolutamente salvaje en un país cuyo nivel salarial es peor que hace diez años iba a mantenerse indefinidamente. Resumen: ahora hay muchas viviendas vacías que nadie quiere comprar porque a) ya compraron en su momento b) No les interesa c) No se lo pueden permitir a esos precios y con esta economía... Resultado: o bajan los precios o se comen los ladrillos con patatas. Lo mismo para el sector automóvil.
Y después están los bancos y los planes de rescate. El problema de estos planes es que parecen parches en lugar de una promesa de reforma: esos fondos deberían emplearse en estimular la economía buscando nuevas oportunidades y no salvando a los viejos elefantes que nos han metido en este lío. Al menos podían haber solicitado su enjuiciamiento como condición sine qua non para rescatarles... pero no: el gobierno Bush le dio unos cuantos miles de millones de dólares a uno de los bancos que se iban al carajo y los directivos se gastaron 400 mil dólares en un fin de semana a todo tren en un hotel de superlujo.
Mucho me temo que la terca realidad también pasará factura por esto.
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