18.10.05

Bienaventurados los locos...

Una de las cosas que más me está sorprendiendo de mis compañeras es su capacidad de improvisación, su atrevimiento, su ansia de aventura... en resumen, su capacidad para estar locas como cabras y estar orgullosas de ello.

Véanse dos perlas: La semana pasada se montaron una fiesta por todo lo alto, con comida, bebida, la versión polaca de la tortilla (más vale que le haya salido mal, porque si ese es su sabor real...), y un webo de erasmus salidos de debajo de no sé que piedra. Los tenía de todas las nacionalidades (checos, italianos, alemanes, etc. etc.). Llegó un momento en que me di cuenta de que el único español de la sala (unas veinte personas)... era yo. Ni siquiera en Francia la superioridad numérica era tan abrumadora.

Y acabó como acaban la mayoría de las fiestas: insoportable olor a tabaco por toda la casa, gente bajo los efectos del alcohol cantando canciones populares italianas (increíble lo populares que pueden ser cuando hasta los checos se las saben), el salón y la cocina con enormes similaritudes con una zona de guerra y Marie y yo con dolor de cabeza y evidente cabreo.

Lo simpático del asunto es que todo esto lo decidieron el mismo día después de comer. Menudo poder de convocatoria.

La segunda perla ocurre al día siguiente. Cuando me levanto a eso de las 11 de la mañana, me encuentro conque la casa está en pleno proceso de limpieza, y las partes ya terminadas, sin llegar a estar inmaculadas estaban lo suficientemente limpias como para que nadie pudiera sospechar lo ocurrido el día anterior. Pues con tan poco sueño y tanto trabajo deciden irse por la tarde a una ciudad cercana, porque había un festival folk... a dedo.

El caso es que perdieron el último autobús y decidieron ir hasta allí a dedo, con dos cojones, en un país extranjero y todo. Y va y las coge el solista de uno de los grupos que iban a actuar. Eso es caer de pie y no lo que hace mi gato.

Y encima a la vuelta va y las recoge un par de albaneses con un camión de tiempos de la guerra (la segunda guerra mundial, se entiende), que también estaban de erasmus... no sé lo que pasó dentro del camión, pero me pareció entender que había más erasmus dentro.... pero es que con el pasmo ya ni oía lo que me decían.

Hablando de gatos, resulta que ahora tengo un gato por el piso que se encontró... ¡sí!, otra erasmus (amiga de Marie). Menos mal que ya le encontré sitio, porque el bichejo, con todo lo peque que es, tiene una notable capacidad pulmonar.

Pues nada más por el momento....

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