12.2.08

Precampaña

Ya inmersos en precampaña electoral vemos que las vallas publicitarias están repletas de caritas sonrientes de un Rajoy que va de genio de la lámpara diciendo que (loquesea) con él es posible, mientras que por otro lado Zapatero nos dice que tenemos que buscar motivos para creer. Es crítico que un partido en el gobierno recurra a la fe para justificar su gestión a falta de mejores argumentos.

Y la verdad es que no me fío ni de un partido que le manga a Carrefour un eslógan, y que va dando bandazos en busca del rédito electoral: ora el terrorismo, ora el canon, ora lo que se nos ocurra. Para entendernos, es la estrategia que Llamazares sigue con IU desde el tiempo de los dinosaurios.

Además, su política de crispación, de malos modos y de gresca continua por casi cualquier chuminada (y olvidando los grandes temas) tiene que pasarles factura. También el hecho de no haberse librado de Zaplana o Acebes o el continuo apoyo a Aguirre y sus disparates (como lo del Severo Ochoa) y corruptelas (esos familiares beneficiados por el AVE o la inyección a mansalva de dinero público para salvar un hospital privado que no es rentable, pero que se toma como ejemplo de lo que debe ser la política sanitaria).

Y no olvidemos su lisérgica campaña de ayuda a cualquiér delirio proveniente de la Conferencia Episcopal en contra del matrimonio homosexual, la asignatura de Educación para la Ciudadanía o cualquier otra cosa que se les ocurriese. A mandar, monseñor.

Tampoco me fío de otro que se ha encomendado a su cabeza de lista hasta el punto de hacer menús navideños con cosas que contengan la letra "Z" o poner atriles con la forma de esa letra. Para el PSOE lo importante no son las propuestas, sino lo guapo que salga Zapatero en las fotos con inestimable ayuda de esos artistas a quienes ha asegurado su sustento (pobrecitos ellos) aprobando un canon injustificable y que, a falta de mejores argumentos, debe pagarse por "patriotismo" (algo así le comentó ayer a Gabilondo)

Por otra parte su problema es una gestión insuficiente, notablemente chapucera y con alto grado de improvisación, lo que hizo de esta legislatura una especie de carrera de contradicciones entre los diferentes ministros.

También hay que mencionar su alucinante y alucinógeno intento de negociar con ETA (cuando de haber seguido por la política antiterrorista que él había avalado en la legislatura anterior mejor nos hubiera ido a todos), su incapacidad para controlar la inflación y una ley de la igualdad que básicamente lo que hace es provocar desigualdad entre hombres y mujeres.

Ha sido una legislatura muy decepcionante, y no la salvan ni la ley de dependencia, ni permitir el matrimonio homosexual, ni la Alianza de las Civilizaciones, ni el repaso a Chávez. Se puede y se debe exigir más a un gobierno. En política laboral estamos como antes o peor, y se permitió que la economía creciese al sol del ladrillo sin meter mano en el sector para evitar desmanes y corruptelas como ese hotel del Algarrobillo, en pleno parque natural, al que ahora intentan legalizar a toda costa y que ya debería estar demolido.

Otro día, si me apetece, ya hablaré de Llamazares y de su demagogia, apuntándose a cada circo mediático con el que se cruza pero quedando en la más miserable de las evidencias cuando le toca hacer algo que beneficia a los ciudadanos, pero perjudica a sus patrocinadores.

Bienvenidos al circo

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