Nuestro primer destino será el Museo de Arte Contemporáneo de Elsedo, en Liérganes. Para ello iremos por la N-634 hasta la localidad de Pámanes. Hay que tener cuidado aquí: se va a construir una autovía de forma paralela a esta carretera, así que en los próximos meses habrá obras. En Pámanes deberemos tomar una carretera a la izquierda y luego otra también a la izquierda (la de Cabárceno). Está señalizada con un cartel del museo, pero sólo del lado izquierdo de la vía (es decir, que podemos no verla). El firme, en el momento de escribirse esto, es muy mejorable.
El palacio de Elsedo es un magnífico conjunto arquitectónico que perteneció a los Condes de Torrehermosa y que se encuentra en un estupendo estado de conservación. El problema es que hay que informarse de los horarios o nos podremos encontrar con él cerrado. De todas formas y aunque así fuera, merece la pena acercarse para verlo por fuera y también la arquitectura popular de las casas que le rodean.
En las cercanías, y muy cerca de Pámanes hay una vieja iglesia abandonada pero que no se puede visitar (propiedad privada). También las casas de Pámanes y su impresionante iglesia merecen nuestra atención
A quien le gusten los zoos, en Cabárceno hay un parque de la naturaleza que tiene a sus animales en régimen de semilibertad.
Nuestra siguiente parada es Liérganes. Si salimos por la carretera de al lado de la iglesia el cruce está un poco más adelante en dirección Solares/Bilbao, a mano derecha.
Liérganes es un pueblo con una arquitectura típica de Cantabria y en un excelentísimo estado de conservación. Para aparcar lo mejor es dejar el coche en la estación de FEVE, muy cerca de la oficina de turismo.
Además de sus estupendas casonas, de Liérganes también hay que ver su puente del siglo XVI sobre el río Miera, y con su molino del siglo XVII, actualmente en restauración y hay que leerse la leyenda del hombre pez.
De vuelta a Pámanes, cogeremos ahora la autopista que nos va a llevar al extremo más oriental de la región, a Castro Urdiales, a un paso del País Vasco. Por el camino podemos disfrutar de las preciosas vistas que tenemos desde este tramo de la A-8 y que luego ya repasaremos.
Y son los vascos los mayores pobladores de este municipio ya que los precios de la vivienda son mucho más asequibles que los de su comunidad de origen, así que no os sorprendáis si veis montones de matrículas de Vizcaya.
Entre la multitud de nuevos edificios aún podemos ver algunas de las casas de las clases más pudientes del siglo pasado y anteriores cuya arquitectura resiste la invasión de los anodinos bloques de pisos actuales. Pero Castro Urdiales, como muchas partes de Cantabria, ha conocido una presión urbanística brutal que raras veces ha respetado el entorno o ha intentado mínimamente integrarse con el tipo de construcciones preexistentes.
Tomamos de nuevo la carretera y volvemos a desplazarnos hacia el occidente viendo, ahora sí con calma, las maravillosas vistas que nos ofrece este trozo del litoral cántabro. Como por ejemplo, la bahía de Oriñón desde Islares, justo al lado de un enorme restaurante construido casi sobre el risco. O como la misma playa de Oriñón, nuestra siguiente parada, con el pueblo construido casi al nivel del mar.
Pero si hay un lugar espectacular en esta ruta, esa es la zona de Sonabia. Sin conocer la presión urbanística de otras zonas el pueblo mantiene su encanto, y tiene unas vistas preciosas... pero lo realmente impresionante es su playa, una de las más alucinantes (y he visto muchísimas) que he conocido.
Lla playa de Sonabia está resguardada en un entrante similar al de la playa de Chanteiro, en Ares, y al abrigo de un risco de varios cientos de metros de altura (no sabría estimarlo) que cae casi en vertical hasta el mar, la playa y territorios adyacentes. Os aseguro que es una visión simplemente acojonante. Desde el cabo se tiene la mejor vista del lugar... y eso no es todo, el otro lado del cabo es otra auténtica maravilla, con una roca quebrada, parecida al basalto (no soy muy bueno en geología) que hace las veces de acantilado.
De vuelta a la N-634 proseguiremos hasta Laredo. Salvo el casco urbano y el paisaje que se puede ver desde la playa el resto es perfectamente prescincible. El urbanismo aquí ha sido salvaje y no le hizo ningún favor.
Cruzaremos después la ría de Treto, preciosa, para un poco más adelante desviarnos hacia Santoña cruzando las rías de Escalante, Argoña y Boo y las marismas cercanas por la CA-241. Desde la carretera vi un monasterio que puede ser una visita interesante, pero la verdad es que no me detuve, así que no puedo decir nada acerca de él.
Santoña, tres cuartos de lo de Laredo. Uno de los puertos más tradicionales, y lo poco que he visto no me enamoró. Eso sí, por falta de tiempo no pude ver el casco antiguo
Y termina nuestro viaje en la playa de Berría, llanísima, preciosa y que me recordó a algunas playas asturianas como Xagó, en Gozón
El Mapa
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