30.9.07

Contrapunto cómico

En la literatura, sobre todo en dramas y otros géneros que no son comedia, siempre existió la figura del contrapunto cómico.

Esta figura tiene como objetivo evitar que el lector/espectador no quede saturado por la historia principal, se divierta, y no deje de prestar atención a la obra. Ejemplos claros de esto sería el papel de Sancho en "El Quijote" o, pasando a series de televisión, el Sucre de "Prison Break" o el Hiro Nakamura de "Heroes", que te arrancan una sonrisa incluso cuando la trama es muy intensa. Digamos que se dedican a romper la dinámica de la acción para evitar que el público se sature (por esto mismo las escenas largas suelen cortarse e intercalarlas con otras, para ganar en agilidad, o en una película de acción suele haber momentos tranquilos incluso en medio de persecuciones o momentos de gran tensión)

Es un papel ciertamente difícil de desarrollar y se necesita talento, tiempo y capacidad para desarrollarlo... y normalmente no suele pasar eso.

Pongamos por ejemplo las series españolas: los papeles de Antonio Resines y, sobre todo, el de Antonio Molero y Alejo Sauras en "Los Serrano", que sirven de contrapunto al folletín que se traían Verónica Sánchez y Fran Perea, que llevaban la parte ¿dramática?. O el Rusty de "Hospital Central", o el novio de la hija de José Coronado en "Periodistas" (ni recuerdo el actor, ni me apetece investigarlo). En este caso es un ejemplo claro de nulidad a la hora de implementar el personaje: en todos los casos personajes de pocas luces que se ponen en ridículo constantemente y que sólo con poca exigencia por parte del espectador pueden hacer sonreír a alguien.

Pero peor son los norteamericanos: o lo bordan, o te propinan unos personajes planos, insustanciales y ridículos, que más que sonrisas lo que provocan es vergüenza ajena y resultan bastante irritantes. Pongamos por ejemplo el típico friki que aparece en muchas series o alguno de los personajes que aparecen de secundarios en algunos capítulos de "Monk"... con incontenible verborrea y, y esto es un clásico, que muchas veces tienen el estilo de un vendedor de coches usados.

Así que si alguna vez escribís algo y váis a meter un contrapunto cómico, recordad prestarle la atención y el cuidado que se merece este personaje, ya que posiblemente será el más complicado de todos: tiene que ser entrañable y no repelente, gracioso y no empalagoso y divertido y no irritante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pienso que la risa floja o espontánea que te puede provocar alguno de estos personajes viene por ser inesperada su aparición, a mí por lo menos me sucede. En series, el personajillo goza de ser conocido, cosa que por otro lado puede ser perjudicial pues ya es previsible su "resurgir entre las cenizas" y si éste no reúne unos requisitos mínimos, caguemosla he.
Un besiño