22.8.06

Lo que nos cuesta el monte

Bueno, ante la cantidad de sandeces que estoy leyendo por ahí, hoy voy a seguir mi serie divulgativa "culturizando urbanitas", que comencé hablando de las patatas.

Lo primero, un poquito de historia: ¿por qué el monte nos pertenece?

En el pasado el monte no tenía un dueño "legal" y era de todos. La gente se organizaba para explotarlo de una forma racional y sostenible, ya que el monte les daba de comer (les proporcionaba caza, algunos frutos, fertilizante...), materiales de construcción (madera), les calentaba en invierno (leña), etc.

Pero resulta que la administración central decidió que si no era de nadie, tenía que ser suyo. Así que se apropió de los montes y comenzó un proceso de sustitución de lo que quedaba del bosque (el Imperio Español se cebó con todo el bosque atlántico, que era materia prima para la construcción de su Flota) por especies de crecimiento rápido (¿os suena?). Fue el primero de muchos intentos por parte del gobierno del Reino para hacerse con la propiedad de todo ese terreno.

La respuesta entonces fue quemar el bosque y la destrucción de plantaciones a escondidas, como una forma de protesta y la catástrofe ecológica subsiguiente, indescriptible: algunos puertos, como el de Betanzos (creo) se colmataron y dejaron de tener capacidad para salir al mar.

La situación siguió por derroteros parecidos durante siglos, hasta el último intento estatal, durante la dictadura, por quedarse con ellos. El fracaso de ese intento llevó a la legalización de los ya escasos montes en mano común, que por primera vez tenían un régimen jurídico propio.

Y digo escasos porque en otras zonas la gente optó por parcelar el monte y dividirlo entre los vecinos. Las generaciones siguientes conocieron un proceso de fragmentación tremendo, ya que en lugar de dividir las posesiones entre los hijos, se dividía cada terreno entre los mismos. Como ejemplo decir que mi familia tiene algunos montes de croquis tan chungo que simplemente nunca se llegaron a establecer las lindes con claridad.

Bien. Ahora... ¿por qué hay tanto pino y tanto eucalipto? Básicamente porque es lo único que da dinero antes de que te mueras de viejo.

He leído por ahí que deberíamos plantar castaño y roble. Pues... el roble sólo te lo compran para leña (en mi zona, que hay otras donde parece que tiene salida, sobre todo la variedad americana) y el castaño está seriamente amenazado por varias plagas: chancro, tinta, etc. Lo que se usa en este último caso es una variedad híbrida que resiste más o menos bien la tinta. Esto sin contar que los turnos maderables superan los 50 años.

Sin embargo, el turno para el pino está en 15-25 años y para el eucalipto, si se destina a pasta de papel, en 10 años. ¿Qué haríais vosotros? La gente del campo lo tiene claro: tiene poca pasta y es una forma de apuntalar la economía doméstica cada x años. Y aún así solemos esperar, buscando maximizar el rendimiento que le podemos sacar al bosque.

Últimamente están apareciendo plantaciones de pino radiata, que es diferente del pináster autóctono, y que tiene mucha más hoja y un mantenimiento más complejo (hay que podarlo cada dos años, creo), con mucha rama, mucha resina y que, por lo visto, arde mejor. Eso sí, su turno maderable es más corto y la madera creo que es más cara (corregidme si me equivoco). También hay seudosugas y pinos de Oregón, pero de estos no sé nada (no los hay en mi zona).

Si la administración nos pagara cada 15-25 años el precio de la madera que tenemos en el monte, para no tener que esperar esos turnos tan largos y luego nos lo descontara de lo que sacáramos al venderla, yo estaría encantado de plantar frondosas. Lo juro.

Pero el caso es que dedicarse a plantar árboles para obtener pasta por su madera es suicida: el precio de pino y eucalipto se mantuvo congelado muchos años, y en el caso de este último árbol se está importando gran cantidad de madera a bajo coste procedente de Portugal y Uruguay, con lo cual ha bajado el precio y hasta deshacernos de ellos nos cuesta, salvo que pertenezcamos a una asociación forestal que junte el suficiente volumen como para que a las grandes consumidoras de madera, como ENCE o FINSA, les salga rentable.
En caso contrario, insisto, es relativamente difícil encontrar comprador para el eucalipto.

Luego hay mucha gente que habla de mantener los montes limpios. Mira que me hace gracia que unos urbanitas que nunca han pisado monte se sientan ofendidos porque arda: apoyan que nos cobren la extinción, dicen que el monte es de todos (pero que paguemos nosotros), que si no está limpios, que si patatín, que si patatán. Ya contesté a parte de esos argumentos ayer, y paso de cabrearme más.

Lo que se les debe meter en la cabeza es que el monte NO es un puto jardín. Salvo algunas plantas invasoras (como el eucalipto, la mimosa, la acacia o la falsa acacia) no hay malas hierbas en él. Todo es necesario. Si les parece antiestético, como he llegado a leer, su nivel intelectual debe ser muy "vonito".

El bosque es un ecosistema. Tiene fauna y tiene flora adaptadas a toda clase de circunstancias. El matorral, la maleza o como quieran llamarle es una parte importante de ella. Por ejemplo, muchos animales encuentran refugio y construyen sus madrigueras en el matorral. Otros encuentran alimento. Y el bosque obtiene nutrientes de ahí.

El monte bajo es bosque en recuperación, y se está preparando para poder volver a albergar arbolado. Las Xestas, Codesos, Tojos, Ericas y demás son plantas de colonización que van creando suelo. Suelo dónde más adelante podrán arraigar las coníferas, y más adelante, las frondosas.

Cuando mi bisabuelo, último de mis ascendientes en poder vivir del campo (y murió a principios del siglo XX), vivía se tomaba mucha molestia en no rastrillar la capa de hojas que quedaba en el suelo: tan sólo los tojos, los helechos y el resto de vegetación que crecía sobre ella era retirada... y aún así no se limpiaba el mismo monte dos años consecutivos si se podía evitar, para que el suelo no quedara desprotegido y los árboles no perdieran fuerza de crecimiento por pérdida de nutrientes.

Hoy en día, por ejemplo, es imposible para la mayor parte de nosotros el dedicar la atención que nuestros antepasados ponían en el bosque: yo, por ejemplo, soy ingeniero técnico informático y trabajo a 200 kms de los montes de mi familia, y por sueldo no llego ni a mileurista. Si sumamos a eso la pensión de jubiliación que recibe mi padre (y el hecho de que tanto él como mi madre, cuya ocupación era "sus labores", tienen la espalda jodida de currar en el campo toda la vida), y que mi hermano aún está en la universidad, ya me dirán cómo cojones podemos afrontar lo que ahora una panda de urbanitas ignorantes de la vida nos demandan.

Es cierto que arde el monte. NUESTRO monte. En el que hemos dejado horas y litros de sudor. Dónde nos hemos pinchado con zarzas, con tojos. Se nos han clavado astillas de helecho (jodidísimas), de madera... Dónde nos han picado toda clase de bichos. Dónde se nos hizo de noche tantas veces. Dónde casi nos vuelca el tractor estando nosotros al volante (al contrario de lo que la gente parece creer, lo normal es que los montes tengan pendientes).

Creedme cuando os digo que cada vez que vemos arder un monte se nos hace un nudo en la garganta y otro en el estómago. Porque jamás un puto urbanita sabrá lo que es ver cómo parte de tu alma se la lleva el fuego. Cómo tu esfuerzo asciende hacia el cielo en forma de humo. Cómo esos pinos con los que contabas para poder salir del bache en caso de necesidad comienzan a carbonizarse.

Y ahora, resulta que somos culpables de todo: si no hacemos el disparate de desbrozar cada año, nos multan. Si a pesar de ello arde, nos vuelven a multar. Que nos peguen un tiro y acaben de una vez. Así los que queman el monte año a año no tendrán razones para actuar: ya nos jode bien la administración.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que me he quedado sin palabras, he borrado varias veces el mensaje para encontrar una manera de explicar lo que quiero... pero no lo consigo. El resultado es este:

Me he encontrado con esto de casualidad cuando estaba buscando no se que en google.

Me hace gracia la plabra urbanita en plan despectivo, pero es cierto. Desde la ciudad no se conoce para nada la situacion del campo. Me considero una persona bastante ligada a el, ya sea por parte de mis abuelos o por mi gusto por la naturaleza aunque mas bien enfocado al disfrute que al trabajo en el. Aunque seguramente me pudieras englobar dentro de los urbanitas, y debieras.

En definitiva tu blog me ha servido para abrir un poco mas los ojos ante la situacion que se puedde vivir alli.

Me quedo con muchas ganas de seguir escribiendo pero tengo cosas que hacer y se me echa en tiempo encima.

Un saludo.

Anónimo dijo...

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