Uwe Boll no tiene remedio. No importa los medios de los que disponga, ni los actores con los que cuente: sus pelis son inefablemente malas.
En esta ocasión cuenta con Jason Statham, Leelee Sobieski, John Rhys-Davies (el mejor amigo de Indiana Jones y Gimli en El Señor de los Anillos), Ron Perlman, Claire Forlani, Burt Reynolds (sí, amigos: aún sigue en esto), Ray Liotta, Kristanna Loken (bellísima con su nuevo look) y Matthew Lillard. Es decir, un reparto con algo de enjundia (menos Matthew Lillard, que cada vez es más coñazo y más patético... cuanto más le veo más odio Scream).
El guión sencillito a más no poder parte del argumento de un videojuego, y con tan poco se las apañaron para montar un lío confuso y sin pies ni cabeza (hay un momento en que no sé si el personaje de Leelee Sobieski es hija del rey o de su médico... o de ambos), que sirvió sobre todo para que Jason Statham hiciera gimnasia, porque correr sólo lo he visto correr más en Crank (¡qué va a tener secuela!), aunque allí no daba tantos saltitos ni repartía tanta estopa.
Por destacar algo vamos a decir que no es tan espantosamente mala como otras pelis del mismo señor. Nada que ver con sus House of Dead y está bastante por encima de Bloodrayne. Esta se puede ver sin morirse uno de vergüenza ajena. Hay que verlo como un progreso
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