No tuve mucho tiempo hasta ahora para escribir acerca de esto, pero ya que tengo unos minutitos libres, voy a poner a parir a la bloguera que mandaron los de "El Mundo" a Galicia por las siguientes palabras (y espero que esto no sea un press clipping).
"De acuerdo, como las meigas, haberlos haylos, pero prefiero seguir atendiendo a quienes se preocupan por los bosques, a quienes les duelen los incendios, a quienes se afanan por exigir una política forestal que atienda a la importancia de las especies autóctonas frente a los bosques de eucaliptos plantados para sacar dinero, una regulación que exija que el monte esté limpio y que evite que se especule con la biodiversidad de esta región. Prefiero seguir a quienes se aferran al verde gallego con uñas, dientes y alma."
El post en cuestión, aquí. No voy a decir nada de su amarillismo evidente, concebido para tratar de maximizar la impresión causada por la catástrofe, al más puro estilo Ana Rosa. Ahora, que por su evidente ignorancia no paso.
Antes de nada os informo de que me crié en el campo y he tenido la desgracia de acudir a muchos incendios, ya que mi parroquia ardía todos los años (curiosamente, este no). Los apagábamos los vecinos con lo que había: palas, hachas, xestas, eucaliptos jóvenes, ocasionalmente agua... He llegado a escupir carbonilla tras alguno de ellos. No voy a contar batallitas sobre esto, pero he estado en demasiados. Y espero no estar en otro (aunque sé que no será así)
Las negritas de la cita no son mías, pero como si lo fuesen. A esta chica tan informada le parece que parte de la culpa de los incendios es que se plantan eucaliptos. ¡Qué guay! Odio esos putos árboles, pero... resulta que un eucalipto es posiblemente el árbol que peor arde de cuantos conozco (me crié en el campo, así que no son ni dos ni tres especies, precisamente).
Y esto es así precisamente por una de las razones por las que más los odio: tragan tanta agua que es prácticamente imposible quemar a un eucalipto vivo, y todo lo más le quemarás un poco la corteza, cosa que para ellos es pecata minuta, puesto que se hallan perfectamente adaptados a los incendios (al parecer en Australia es frecuente que el monte arda... desde antes de que el hombre descubriera el fuego).
Además, las pocas especies que son capaces de soportar la sequedad del suelo y las toxinas emanadas de las exudaciones del árbol y de los restos de sus hojas son muy capaces de aguantar un incendio (de hecho prosperan tras los incendios):
- Los tojos (toxeiros) a las pocas semanas del incendio empiezan a rebrotar, y en un par de años habrán colonizado cualquier terreno por calcinado que esté. Son excelentes conteniendo la erosión y son el inicio de la recuperación del suelo. Arden bien. Demasiado.
- Xestas y carrascos también rebrotarán a las pocas semanas. Sobre todo las primeras. Arden tan mal sus tocones que en el pasado algunas variedades se cortaban y se quemaban a fuego lento para obtener carbón vegetal. En cambio, sus hojas arden demasiado bien.
- Los helechos (fentos) tienden una malla tupida bajo el suelo, dónde resisten prácticamente lo que les echen. Estoy convencido de que en caso de catástrofe nuclear sólo sobrevivirán las ratas, las cucarachas, los mosquitos y los helechos. Llevan aquí desde que la vida vegetal existe y no parecen tener intención de irse: ayer ví que un monte de Arteixo que ardió hace dos semanas ya empieza a registrar manchas verdes dónde el helecho ha vuelto a asomar la cabeza. Secos son la bomba. Sólo conozco una planta que arde mejor que ellos (ya volveré sobre esto).
El caso es que estas plantas también nacen en el resto de bosques, pero con más vigor si cabe. En los bosques sombríos pueden tener algún que otro problema, pero nada demasiado serio.
El problema vendría por una degradación del suelo mayor, pero a estas plantas, colonizadoras en su mayor parte, no les importa gran cosa. Mientras no llueva y se lleve el suelo en que puedan arraigar no tendrán mayor problema.
Luego esta chica asevera que si esto estuviese plantado de bosques autóctonos no ardería tanto. Bueno, eso es demostrar que no se tiene ni puta idea de cuáles son las especies autóctonas de Galicia, porque aunque todo el mundo supone que el bosque autóctono gallego está compuesto por robles y castaños, lo cierto es que no es así.
El bosque autóctono gallego estaba compuesto en gran parte por pino pináster antes de que los celtas se trajesen a los robles (ojo, que hay especies autóctonas, pero no tenían tanta pujanza) y los romanos el castaño de Asia Menor (hay controversia, pero parece que es lo más aceptado entre los expertos).
¿Y que tiene de particular el pináster? Pues que no conozco nada que arda de una forma tan soberbia como este pino: es pura gasolina para los incendios forestales. Sus hojas secas producen un fuego persistente y que no se apaga rápido, a diferencia del helecho y a diferencia de esta planta, las hojas verdes cuando se calientan arden demasiado bien, ya que parece ser que hay un hidrocarburo en ellas. No tengo que decir que la cáscara de pino arde con mucha alegría y que las piñas parecen diseñadas para incendiarse. Y la resina arde tan bien como el pegamento.
Si algún día me tengo que meter en un pinar incendiado será para salvarle la vida a alguien... si hay posibilidades razonables de lograrlo. De lo contrario ni loco me acerco: algunas de las cosas más heavys que he visto en incendios forestales las protagonizaron pinos.
Y por cierto, los pinos se asocian extraordinariamente bien con el helecho y el tojo (que también tiene un hidrocarburo... de hecho hasta hay gasolina de tojo). Así que sumad: pino+pinocha (seca en el suelo y verde en el árbol)+helecho+fuego+piñas=el infierno en la tierra.
Curiosamente el año pasado tras el incendio de Guadalajara algún incompetente del Ministerio tuvo a bien prohibirnos coger las piñas (aquellos que tenemos estufa o cocina de leña las usamos para encenderlas) porque retirábamos piñones del monte y eso hacía que se entorpeciera la recuperación del bosque.
Qué pena que las piñas ardan tan bien: retirándolas no hacemos daño, todo lo contrario. Es más, si una piña tiene piñones la vaciamos (eso si llegamos a cogerla, que cuando tienen piñones tienen resina... y una mancha de resina es de las peores) para que los condenados y sus volantines no nos dejen el suelo de la casa perdido.
Luego tenemos los robles y los castaños (podemos considerarlos autóctonos a estas alturas), que no arden tan bien, ni resisten tan bien el fuego... pero la hoja seca del suelo arde con mucha alegría. Además se asocian estupendamente con Xestas, helechos, y zarzas. Y estas sí que arden bien, y hacen una brasa intensa. Cuando las corto y las quemo en invierno (es necesario, chicos: son unas colonizadoras rápidas, persistentes y extraordinariamente difíciles de erradicar. Yo me jodí un año la espalda arrancándolas para que dejasen en paz mi pequeño bosque de cerezos... y allí siguen, naciendo y naciendo) sus brasas pueden permanecer días calientes aunque llueva.
Luego pide una regulación que exija que el monte esté limpio. Otra burremia a añadir. Y de las gordas.
Porque veréis, es muy fácil pedir eso, pero no conozco a muchos propietarios de montes que tengan el tiempo (nadie vive del monte a estas alturas, y trabajamos 40 horas semanales como los demás), ni el dinero (cobramos lo mismo que el resto de los mortales) para poder contratar a una cuadrilla que lo haga por tí. Que vivamos en el campo no significa que tengamos un chalé y mucho menos pasta. Si la Xunta pagara parte de eso, sería posible estudiarlo (depende de las condiciones, por supuesto).
Ahora recuerdo que alguien me dijo una vez que podríamos vender estas rozas a las centrales térmicas que las usan como combustible, pero lamentablemente no te compran: como mucho te envían un camión (si les compensa por la distancia) para recoger lo que tú hayas cortado y amontonado. Y se lo llevan gratis.
Así que si nos quieren asfixiar económicamente, adelante: no se me ocurre mejor método, ya que estoy seguro que después nos los expropian por no poder hacer frente a las multas.
Y eso dejando de lado las condicionantes ecológicas: retirar los residuos de una limpia (tojos, helechos y demás rozados) implica dejar al bosque, que es un ecosistema relativamente frágil, sin una parte de nutrientes que necesita, y el suelo está descubierto frente a la erosión y se degrada. Cuando la gente vivía del campo y de los montes se cuidaban muy bien de rotar las rozas para evitarlo.
Y precisamente por lo que dije de que los del campo somos pobres es por lo que se plantan eucaliptos: porque en una o dos décadas tienes algo que vender, y es un dinero que apuntala la economía familiar (como dije, los detesto y estoy pensando en pasar algunas de las fincas familiares a bosques de cerezo y nogal). En mi zona, de hecho, la mayor parte de los bosques son pinares o eucaliptales (por eso sé muy bien cómo se comportan cuando arden).
Pues nada más por ahora. A ver si mañana selecciono esos links. Hoy no estoy de ganas. Y la bloguera que se vaya a la playa a hablar de las medusas.
Por cierto, la foto está tomada de esta entrada de "Diario de a Bordo", dónde también tratan otro tema que vaya por Dios.
Technorati tags: Galicia, El Mundo, blogs, Incendios forestales
3 comentarios:
Con entendidos en la materia como tú, da gusto informarse. Acabas de derribar algunos tópicos que repiten y repiten los medios de comunicación que no tienen ni idea.
Los robles no son autoctonos?????????????
Pois sí, seguindo o seu consello todo acabará como a Serra do Xistral, chea de eucalipto. Nótase que o seu peto ten sede de cartos a conta de destruílo patrimonio natural galego. Pouca vergoña é o que ten.
Publicar un comentario