Cuando terminen las risitas, empiezo.
Bueno, pues la historia de este artilugio se pierde en la noche de los tiempos, y se sabe que fueron utilizados por romanos, griegos, egipcios, chinos... que los fabricaban en piedra, cuero, madera... o boñiga de camello seca y recubierta con resina en el antiguo Oriente Medio (será por eso que dicen que el sexo es sucio)
Pero cuando realmente adquirió fama y relevancia (que no ha perdido hasta nuestros días) fue en la reprimida Inglaterra victoriana, cuando era prescrito por los médicos contra la cura de la histeria femenina. En esta época estaba muy mal visto que las mujeres disfrutasen del sexo, y de hecho, todo lo referente a esta función era sucio y estaba mal visto. Tanto que todo un George Bernard Shaw sólo lo practicó una vez en su vida: en la noche de bodas y porque estaba obligado. Después le cogió tanto asco que practicó la castidad el resto de su vida.
Volvamos a las consultas de los galenos victorianos. Al principio se provocaba esta "descarga nerviosa" que curaba las histerias a base del dedo del buen doctor. Naturalmente, el buen doctor llegaba un momento en que estaba hasta los huevos y empezó a usar consoladores, y más adelante, se desarrollaron modelos más avanzados que vibraban. Tal fue la génesis del vibrador tal y como hoy lo conocemos.
El siglo XX fue ya la explosión definitiva del mismo. Ya no se usaban con motivos terapeúticos, sino para obtener placer. La popularización de la pornografía y una mayor aceptación del papel del sexo en la vida de cada uno le quitaron su estigma en gran parte y eso permitió que se diversificasen las formas, modelos y tamaños de estos artilugios.
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