12.3.07

Pablo García

Hace solamente dos años Pablo García era internacional por Uruguay, iba camino de clasificar al Osasuna para UEFA y de ayudarle a conseguir el subcampeonato de Copa.

Se le definía como un jugador polivalente, de raza y tremendamente competitivo... tanto que el verano anterior el Barça estuvo interesado en pagar 12 millones de euros por él y pronto ficharía por el Madrid.

Pero he aquí que en el Real Madrid se destaparon muchas de sus carencias: en un equipo de toque no tiene nada que hacer y es vulnerable a la presión ambiental. Empezó de forma mediocre la temporada y la terminó de forma desastrosa. Ya en la final de Copa con Osasuna quedó claro que lo de la presión le podía, como atestigua su absurda autoexpulsión cuando el partido estaba casi acabado.

Tras la marcha de algunos de los mejores jugadores del Celta, el cuerpo técnico se vio en la obligación de recomponer el centro del campo, así que en lugar de traer un jugador que repartiera juego para hacer compañía a Iriney y Borja Oubiña se trajeron a uno que reparte leña. Y sin demasiado estilo, por cierto: cuando no está lesionado, no juega bien y, opcionalmente, se autoexpulsa de una forma tan estúpida como ayer, con lo cual dos puntos preciosos para la salvación ante un rival directo volaron.

Lo bueno es que está cedido y el año que viene ya no habrá que aguantarle.

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