3.3.07

Principios

Hay quien dice que en el mundo actual hay una falta de principios tremenda, y hasta cierto putno, así es, aunque creo que la situación no es tan grave como la gente cree.

Pongamos por caso que hace exactamente cien años una ejecución pública no causaba horror, sino que por el contrario era un espectáculo y que una guerra a veces era pedida a gritos por la población, toda muy católica, muy correcta y muy decente.

Hace cincuenta años el top-less y el nudismo estaban prohibidos en España, y quien lo practicara se arriesgaba a fuertes sanciones. Por contra, pegar a tu mujer o a tus hijos no sólo no estaba mal visto, sino que incluso (dentro de un orden) contaba con gran benevolencia.

Hace treinta años hablar en mi idioma, el gallego, estaba mal visto e incluso en algún colegio te podía caer una reprimenda. Sólo unos años antes podían castigarte por hablarlo (curioso caso donde el saber idiomas era visto como inaceptable).

Hace quince años el PSOE ganaba elección tras elección a pesar de estar tan pringado en corruptelas como pocos partidos que haya visto en mi vida, y hace siete el PP empezó una campaña de ataque a los otros partidos que nada tenía que ver con el juego democrático. Hoy son ellos los marginados, a menudo saltándose los más elementales principios democráticos.

Sin embargo, sí que se han perdido muchas cosas al nivel de calle: hoy día la gente es menos solidaria (a menos que la solidaridad venga convenientemente publicitada en los medios), más egoísta y las nuevas generaciones parecen incapaces de asumir una responsabilidad o cumplir con sus deberes. Su formación académica es penosa en la mayor parte de los casos, y mientras uno sabía a los 15 años que la capital de Perú es Lima, a ellos les cuesta saber por dónde cae la provincia de Tarragona o asegurar que Salamanca no tiene salida al mar.

Si la educación cae, los principios van detrás: no hay nada como la ignorancia y el embrutecimiento para que los principios universales (la amistad, el altruismo, la generosidad...) pronto se olviden y se caiga en un todo vale dónde satisfacer los propios deseos es más importante que aliviar las necesidades más urgentes de gente a la que tienes muy cerca.

Además, también se inició una espiral de culto al dinero bastante malsana. Un ejemplo claro es la televisión: el tratamiento morboso de la violencia doméstica hizo que esta se disparase desde que empezó a reflejarse en informativos y pseudoinformativos ("Gente", sin ir más lejos). Hace veinte años a la hora de la merienda los niños tenían programas apropiados para su edad, y en algunos casos ciertamente educativos ("Érase una vez la vida", por ejemplo), mientras que ahora tienen que soportar a gente con el cerebro de una ameba contando sus ridiculeces en los talk-shows o ver cómo en programas de famoseo cuatro primates a medio evolucionar se insultan a cuenta de un tema del que no tienen ni puta idea o no tiene el menor interés.

Y eso también pesa en su educación: ¿cómo les vas a hablar de respeto si ven a Coto Matamoros y al Conde Lecquio (por poner dos ejemplos) llamándose de todo menos guapos y en horario infantil? ¿cómo evitar que sean hipócritas si su horario televisivo ven una absurda mojigatería en el que a una tía en tetas le tapan los pezones con dos tomates sobreimpresos? (o convencerles de que el sexo no es algo malo y los pezones no muerden).

Pero como da más dinero, simplemente prescindimos de educar a los niños y hacemos programas que nos salen tirados de precio y que alimentan el ego de marujonas cotillas mientras alimentan nuestra cuenta de resultados. Podría ser hasta admisible en una privada... pero en la TV pública es indignante (en este sentido la TVG aún conserva programación infantil y hay que reconocérselo).

Y luego está el culto al cuerpo. Hace años a una persona se la podía admirar por sus conocimientos o su preparación. Hoy día el no tener un cuerpo diez es un hándicap mucho más serio que entonces, y tu formación a veces es hasta motivo de burlas. Sólo hay que ver el aumento del gasto en cirugía estética o en gimnasios: cuando practicaba deporte (cosa que echo de menos) lo hacía para divertirme, no como un sacrificio para resultar más o menos atractivo.

Y el papel de la iglesia tampoco es mucho más edificante: los casos de abusos sexuales fueron tapados de mala manera en lugar de hacer limpia y no se han manifestado nunca por temas de gran interés social, como por ejemplo pedir a ETA que deje de matar o la guerra de Irak, y sin embargo sí que lo han hecho contra el matrimonio homosexual, lo que es claramente una meada fuera de tiesto. ¿Qué clase de ejemplo pueden dar si no tienen claro que es "bueno" y que es "malo". De la clase política ya ni hablo. Gente más amoral es difícil de encontrar.

En lo que a mí respecta, seguiré considerando que si lo que hago no perjudica a nadie ni me perjudica a mí es bueno, y en caso contrario, malo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pues si, tienes razon pero no tienes calzon, tengo 21 abriles y si, me da verguenza mi generación pero ya pronto maduraremos (eso creo).

The Thing dijo...

" cuando practicaba deporte (cosa que echo de menos) lo hacía para divertirme, no como un sacrificio para resultar más o menos atractivo."

(ejem)

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Ya está... ya pasó...